El Paso— Pese al reforzamiento de la seguridad en los cruces internacionales que el combate al narcotráfico ha traído a la frontera, poniendo en jaque la vida de los residentes de ambos lados y dejando miles de homicidios en México, en las calles de esta ciudad la venta de drogas al menudeo fluye sin contratiempos.
En un recorrido en diversos bares, como los ubicados en la avenida Alameda, este medio pudo constatar la facilidad con la que, por dos dólares, se puede obtener un cigarro de mariguana, o una dosis de cocaína por 10 dólares.
“Es lo mismo. Todo sigue igual que antes. Se sigue comprando y vendiendo sin problemas”, dijo Miguel, un ciudadano estadounidense habitante de la zona centro, quien dijo tener en su poder drogas listas para la venta.“Aquí uno la compra con los ‘carnales’ (integrantes de la pandilla de Los Aztecas)”, agregó el contacto, cuyo nombre verdadero fue modificado por motivos de seguridad.El entrevistado, de 25 años, conversó con El Diario en el interior de un bar de dicha zona el pasado miércoles 10 de junio, el mismo día en el que en Ciudad Juárez fueron asesinadas 13 personas en hechos probablemente relacionados con la delincuencia organizada.
Esta matanza en México, sin embargo, parece no estar causando mella en el negocio del narcotráfico que existe en Estados Unidos, conformado por un mercado cautivo de 20 millones de consumidores de todo tipo de drogas ilícitas en el país, de acuerdo con diversas fuentes. Esto pese a los operativos implementados tanto en el lado mexicano como en el estadounidense.“Todo sigue igual en cuanto a demanda.
Si un sujeto que vende es arrestado, siempre va a haber alguien esperando a su lugar”, dijo Jesse Tovar, portavoz del departamento del Sheriff del condado de El Paso.“Siempre con la droga y con la actividad criminal, se vende lo que se compra”, agregó el funcionario.Otras fuentes mencionaron que, así como la calle Alameda, zonas como el noreste de El Paso y el área denominada “Segundo Barrio” también se mantienen como típicos puntos de venta.
“Normalmente te habla el cliente por celular, y ya sólo le dices en qué punto de la ciudad estás”, agregó otro narcomenudista con más de ocho años en el negocio.Esto ocurre del lado paseño mientras que en el lado mexicano, específicamente en Ciudad Juárez, hay cerca de 10 mil agentes federales (entre soldados y policías) patrullando las calles, imponiendo retenes y cateando viviendas sin órdenes expresas de un juez.
También los homicidios ligados al crimen organizado continúan en la vecina ciudad: de acuerdo con datos periodísticos –basados en reportes oficiales– el número de asesinatos cometidos desde el primero de enero a este fin de semana, superó en 40 por ciento la cifra del mismo periodo de 2008, un año recordado como el más violento en la historia de la frontera.Es decir, en seis meses hubieron el año pasado 542 personas ejecutadas, mientras que en 2009 –en 5 meses 14 días– han habido 770.
“Lo que pasó fue que el Estado dejó de fungir como réferi en las disputas y como aparato con la capacidad para controlar, contener y simultáneamente proteger a estos grupos. Pero sin réferi, los cárteles tuvieron que resolver sus disputas por ellos mismos, y los narcotraficantes no hacen esto a través de reuniones”, explicó Luis Astorga, académico mexicano especializado en la historia del narcotráfico y citado en un reportaje publicado en julio de 2008 por The New York Times.
La vigilancia en los puentesTan sólo en los cruces internacionales, por ejemplo, a las rutinarias inspecciones aplicadas por el gobierno federal norteamericano se sumaron este año las realizadas por elementos del Ejército Mexicano que, en combinación, han sometido a los fronterizos a tiempos de espera y cantidades de revisiones sin precedentes. Las autoridades norteamericanas a nivel local, sin embargo, reportan no haber detectado algún decremento en el flujo de drogas después de la presencia de los militares en México, ya que sus decomisos, explicaron, se mantienen en los mismos niveles.
“En un periodo de tres meses para atrás, no hemos visto cambio en los decomisos. Un día normal es de cuatro a seis decomisos, en promedio; de 30 a cien libras de carga. Incluso ahora estamos viendo días de ocho decomisos”, dijo Rick López, vocero de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos.
A nivel nacional, sin embargo, las autoridades de Estados Unidos sostienen que las medidas del gobierno mexicano sí han tenido un impacto “significativo” sobre el mercado de estupefacientes. Lawrence Payne, vocero de la Oficina Antidrogas de Estados Unidos (DEA, sus siglas en inglés), dijo en entrevista telefónica que el combate en México, por ejemplo, ha producido no sólo un aumento en los precios de los narcóticos (lo que los aleja de los consumidores), sino que también ha reducido la pureza de lo que se consume.
“Hemos observado un progreso significativo desde que el presidente Calderón entró con fuerza en contra del narcotráfico. Nunca se había visto este combate contra las drogas por parte de otros gobiernos. Hemos visto que el precio de la cocaína y de la heroína en las calles se ha incrementado dramáticamente en los últimos 25 ó 26 meses.
Además, la pureza de la droga ha disminuido”, dijo Payne. “Los precios de la cocaína subieron en un 89 por ciento, y la pureza bajó en un 32 por ciento. Entre enero del 2007 y septiembre del 2008, el precio promedio en EU por un gramo puro de coca subió de 96.61 dólares a 182”, agregó. Por escrito, este medio solicitó a la Policía de la ciudad de El Paso información sobre el mercado de drogas ilegales en la zona, pero al cierre de esta información la petición no había sido respondida.El consumo, imparableJunto con el análisis de la violencia que ha sufrido México desde 2006 emergió también el hecho de que en esa disputa se pelea la demanda del mayor mercado de consumidores de drogas ilícitas: Estados Unidos.
De acuerdo con estadísticas del Departamento de Salud del gobierno norteamericano, se trata de 20 millones de consumidores de todo tipo de drogas ilícitas en todo el país, entre los que hay 14.4 millones de usuarios recurrentes de mariguana y otros 2.1 millones que utilizan cocaína, entre otros estupefacientes.
La encuesta más reciente, difundida por la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias (SAMHSA, sus siglas en inglés), indica que estas cantidades se han mantenido sin cambios desde al menos 2002 y hasta 2007. Michael Kelly, integrante de la Fundación de Salud Paso del Norte (con sede en esta ciudad), explica que, si bien la medición de la demanda de drogas es difícil debido a que se trata de un comportamiento ilegal en el que los entrevistados pueden mentir, en general, dijo, no se ha visto un cambio en el patrón de uso de los consumidores.
“Cerca de un 4 por ciento de la población adulta de Texas consume drogas, y no hemos visto ningún cambio en esa estadística”, dijo Kelly, en coincidencia con diversos directivos de centros de rehabilitación entrevistados.
“La disponibilidad de las drogas sigue siendo la misma. Está lleno de drogas allá afuera, nosotros no tenemos ningún decremento en nuestra oferta”, agregó Richard Overton, encargado de la clínica de metadona del centro de servicios contra el abuso de drogas Aliviane. “Aquí en El Paso hay mucho crack; no he oído el comentario de que digan: ahora no hay dónde consumir. Siguen usando crack, heroína, que ahorita está creciendo en popularidad porque es más barata que el crack, y de hecho tenemos clientes que antes usaban crack y cocaína, pero que últimamente usan heroína, porque está más barata”, agregó por separado la coordinadora médica de otro centro de rehabilitación y que pidió no difundir su nombre.
Y es que la idea de que el consumo de drogas se acabará sólo por decisión de los diferentes gobiernos, apuntó por separado Patricia Juárez, sicóloga clínica y especializada en adicciones, está fuera de la realidad. “La idea de los gobiernos es disminuir el acceso y que si no hay droga, la gente no la va a usar, pero eso no funciona.
La gente seguirá buscando drogas porque ya tiene un hábito”, explicó la experta, con experiencia de trabajo en ambos lados de la frontera. Fallas en combate
El hecho de que en México la seguridad pública esté secuestrada por la guerra de narcotraficantes mientras en Estados Unidos continúa el flujo de drogas puede tener varias explicaciones, dijo Antonio Payán, politólogo y académico de la Universidad de Texas en El Paso.Una hipótesis, mencionó, es que en Estados Unidos está creciendo la producción de diversos estupefacientes, y otra es que los distribuidores locales podrían haberse quedado con mercancía en sus bodegas.Pero otras probables explicaciones, dijo, es que la droga sigue cruzando de manera cotidiana la frontera entre los dos países.
“La otra hipótesis, porque todas son hipótesis, pudiera ser que las drogas siguen pasando, pero con corrupción de agentes de la Aduana, con colaboración sigilosa, probablemente mucho más costosa, pero que al final es colaboración”, dijo.
“Otra es que las organizaciones criminales que operan en México y que trafican con drogas, efectivamente, se están adaptando a un nuevo ambiente, y me parece que hay señales de que se están adaptando a tal grado de que están abandonado las prácticas de operar en plena impunidad, y sofisticando sus estrategias para que las drogas se distribuyan, se guarden, y se transporten de manera más sigilosa”, agregó Payán.
En ese sentido, agregó que las organizaciones criminales no son estructuras inamovibles, sino que tienen una capacidad de adaptación para seguir traficando mucho mayor que la que tiene el Estado para combatirlas.
“Creo que siempre hay un proceso de adaptación que se tiene que considerar. Las organizaciones no son muertas, sino que se adaptan. Si el ejército empieza una serie de tácticas contra ellas, empiezan a tomar medidas para darles la vuelta.
Me parece que es totalmente factible que haya un proceso de adaptación en las organizaciones”, dijo. Lo que es un hecho, agregó, es que la actual estrategia bilateral de combate a las drogas se ha centrado, como ha ocurrido históricamente, en combatir sólo la oferta, mientras que sobre la demanda no se formulan ni siquiera preguntas básicas, como ¿por qué la población consume los diferentes tipos de estupefacientes?
“El problema es que la guerra contra las drogas es una actividad que ha tenido sólo una dimensión, cuando el problema es multidimensional: tiene que ver en gran parte con el consumo, y esa es una pregunta que no nos estamos haciendo: ¿por qué la gente recurre a las sustancias psicotrópicas?”, dijo Payán.
En el mismo sentido, Patricia Juárez agregó que el combate contra las drogas no sólo no hace diferencias necesarias entre cada droga y entre cada usuario, sino que, incluso, va en contra de la naturaleza humana. “No se toma en cuenta la parte histórica y evolutiva del hombre, que por naturaleza siempre ha buscado estos estados de conciencia.
El enfoque es que las drogas son como demonios y que el gobierno debe proteger a la población, pero no necesariamente es así”, dijo Juárez. “Se tiene que tomar en cuenta el medio ambiente, la sustancia y cada consumidor de droga. La problemática, desde el modelo de salud pública, se debe abordar desde esas tres perspectivas”, agregó la experta. Las diferentes sustancias, dijo Juárez, se han utilizado históricamente con diversos fines, desde acercamientos espirituales hasta escapes para modificar las emociones o regular los estados de ánimo.
Son este tipo de consideraciones, dijo por separado Payán, las que se están quedando al margen de la lucha antidrogas, y mientras ésta se concentre sólo en la oferta y no atienda la demanda, “es ahí donde puede fallar la estrategia”.
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