viernes, 9 de diciembre de 2011

Fuego consumió su casa y sus ilusiones de una Nochebuena tranquila

DIARIO.COM


Su patrimonio fue consumido en minutos por el fuego y con ello todas sus ilusiones de que su hijo pasara una Navidad tranquila, “en su casa, calientito”.

Ahora, su mayor deseo es levantar de nuevo su hogar, porque, aun cuando dice que en casa de una de sus hijas la reciben con los brazos abiertos, no hay nada como contar con su propio espacio para ella y su pequeño.

Eréndira Ortiz es una maestra de preescolar a quien el domingo 27 de noviembre se le quemó su casa y todo lo que contenía. Las pérdidas fueron totales, sólo dos cuartos quedaron en pie, pero uno de ellos tiene el techo y las estructuras dañadas, por lo que tendrá que ser derrumbado.

Incluso, del espacio que era ocupado por la cocina, el comedor, la sala y el baño, ahora no queda más que un muro.

La mujer es madre soltera, tiene cuatro hijos -dos hombres y dos mujeres-. Los tres mayores “ya hicieron su vida”, pero todavía depende de ella el menor, Fernando, de ocho años.

“El sentimiento que me embarga es de impotencia, yo me puse muy mal cuando vi el fuego, no pude hacer nada, las llamas se veían salir del techo, los vecinos trataron de ayudar pero poco pudieron hacer, todo se quemó”, dice al tiempo que los ojos se le cristalizan y dos lágrimas se le escapan.

Cuenta que Fernando fue más valiente, él no lloró, sólo observó con asombro el incendio.

Sin embargo, cuando el niño abrazó a su mamá para consolarla no pudo contenerse y también rompió en llanto.

“Tal vez él no entiende muy bien qué es lo que pasa, pero nos quedamos sin nada, toda la ropa se quemó, todos los muebles, nada más mire la casa, ahora es nada”, lamenta Doña Ere, como la llaman sus vecinas, compañeros y alumnos.

Entre los escombros, relata que un día antes de que ocurriera el siniestro, el sábado 26, recibió a varias personas en su hogar para rezar el rosario y que a la mañana siguiente prendió unas veladoras en agradecimiento.

“Le dije a mi niño ‘vamos a prenderle unas velas a la Virgencita porque nos cuidó toda la noche’, luego nos fuimos a la iglesia porque teníamos kermés del catecismo y más tarde fueron mis vecinos a avisarme que la casa se estaba quemando”, lamenta.

Dice que hasta ese momento recordó que no apagó las velas antes de salir y cree que ese fue el motivo del incendio.

“Hasta que llegué a la casa y vi el fuego, me acordé que no las apagué, yo pienso que eso fue, porque la imagen de la Virgen estaba decorada con flores de papel y yo siempre dejo todo desconectado, no creo que se haya tratado de un corto u otra cosa”, menciona.

Narra que cuando su vecina le avisó, ella todavía tenía la esperanza de que no se tratara de su casa. Cuando corrió para llegar, vio el humo a una cuadra, pero hasta que dio la vuelta en su calle se percató de que sí era su vivienda la que estaba en llamas.

“Ya estaban todos los vecinos en los techos, echando agua, tratando de evitar que el fuego se propagara a sus casas. Andaban sacando los tanques, todavía no llegaban los bomberos, cuando llegaron dijeron que ya no pudieron hacer nada y empezaron a tirar el techo y las paredes”, comenta.

Entre las ruinas se observa un pedazo de un pino de Navidad. Recuerda que ese día en la tarde había pensado sacar la decoración de la temporada y colocarla en su casa, pero ya no fue posible.

Menciona que a pesar de la situación adversa por la que atraviesa, se siente afortunada porque sabe que no está sola, que cuenta “con la ayuda de Dios, ante todas las cosas”. “Sí me desespero de ver cómo quedó mi casa, reducida a nada, pero sé que no estoy sola, tengo mi trabajo y sé que siempre me he sostenido a base de esfuerzo, pero éste va a ser un camino largo”, expresa Doña Ere.

Dice que ahora, sólo espera recolectar material para construcción para por lo menos levantar un cuarto y un baño para poder habitar nuevamente su casa, sobre todo porque ahí cerca se ubica su centro de trabajo y la escuela de su hijo.

Como parte de los trabajos de reconstrucción, el fin de semana pasado su yerno y unos amigos juntaron el escombro y la basura.

El predio, ubicado en la calle Puerto Faros número 1437 de la colonia Tierra Nueva, luce oscuro, las paredes están chamuscadas, la instalación eléctrica también resultó severamente dañada, algunos cables asoman del deteriorado techo. “Parece como si estuviera abandonada (la casa) pero no, yo sigo viniendo porque esa es mi rutina, saliendo del trabajo tengo que venir a recoger a mi hijo y me doy una vuelta”, dice.

Las personas interesadas en ayudar a la maestra Eréndira Ortiz, pueden comunicarse al celular 044 656 168 49-84 o al número local 647 12 84 o bien, acudir a su domicilio.

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