En Jardines de Roma, el primer fraccionamiento construido en la segunda etapa de Oriente XXI, los y las habitantes pasan cada día de dos a tres horas o más en el transporte público para moverse entre sus casas y sus trabajos.
Algunos, además, tienen que caminar de madrugada entre las decenas de hectáreas baldías que rodean el conjunto habitacional y que, para varios, de noche representan un foco de peligro. Pese a la distancia, sin embargo, los entrevistados coincidieron en que tener casa propia, aunque lejos, siempre es mejor que pagar renta.
“Sí vimos que estaba lejos, pero dijimos, pues ni modo”, dijo Alicia García, una madre de familia de 37 años. Que la ciudad haya crecido hasta aquella zona, varios kilómetros al sur de la fábrica Electrolux, y que a miles de personas les haya “tocado” comprar casas tan lejos, sin embargo, no es una obra del destino.
Es, de acuerdo con el más reciente borrador del Plan Director de Desarrollo Urbano (PDU), una política de crecimiento urbano aplicada en la administración municipal pasada con el fin de beneficiar la “especulación” y cumplir “planes político-partidistas”.
Es, también, una trasgresión del Plan Director anterior, el cual estableció desde 2003 la necesidad de evitar la dispersión urbana porque ésta hace cara, insegura, fea y poco sustentable la ciudad. Esta violación al Plan Director de 2003 aparece consignada en la más reciente versión de este documento normativo del desarrollo urbano de Ciudad Juárez y cuyo borrador será sometido este lunes a consulta pública.
“A pesar de que el Plan Director de Desarrollo Urbano recomendaba la redensificación para realizar con mayor éxito la conducción del crecimiento de la mancha urbana, se atomizó el crecimiento de la localidad por todo rumbo y orientación, lo que permitió la apertura de uso de suelo urbano con el único énfasis en la especulación desmedida, con el pretexto de cumplir planes político-partidistas”, dice el documento.
“Para ofrecer conjuntos habitacionales inadecuados, faltos de infraestructura, alejados del núcleo de la ciudad y que han bajado la densidad de 42 habitantes por hectáreas con esta acción que no cumple controles ni la normatividad reglamentada y establecida en el PDU”, continúa la actual versión del Plan Director. Critica la expansión
De acuerdo con el Plan Director de Desarrollo Urbano 2009, la política de crecimiento aplicada en el gobierno municipal de Héctor Murguía –hoy diputado federal por el PRI– no sólo contradijo el anterior PDU, sino que, además, multiplicó por tres los lotes baldíos y motivó una caída drástica en la densidad de habitante por hectárea. Una de las principales críticas de la actual versión a lo registrado entre 2005 y 2007 es que, pese a que el PDU de 2003 estableció en dos mil 836 hectáreas la necesidad de suelo para 2020 –y que ésta se anexó con el Plan Parcial El Barreal de 2004– el Gobierno municipal aprobó cinco planes parciales más con los que agregó otras 16 mil 368 hectáreas.
Con tal cantidad de suelo susceptible de urbanización, el tamaño de la mancha urbana, que en 2003 era de 22 mil 123 hectáreas, dobló su tamaño y, a la fecha, mide más de 41 mil hectáreas; es decir, casi el doble.
“Se ha venido presentando el fenómeno del rompimiento del orden de acondicionamiento físico para el crecimiento de la ciudad, por la lógica del sistema en su etapa de liberalidad del mercado, que en el caso de Juárez ha sido el libertinaje de la especulación, sin ningún sentido razonable de crecimiento más que el mercantilismo del sistema hasta llegar a los 42 habitantes por hectáreas”, dice el borrador del PDU.
El documento también atribuye a este explosivo crecimiento la multiplicación de los lotes baldíos, los cuales pasaron de ser el 11 por ciento de la mancha urbana hasta un 30.4 por ciento. “Es indispensable señalar que el crecimiento de superficies baldías es consecuencia de la dispersión de la mancha urbana, en donde se han ocupado áreas de uso habitacional de manera esparcida, dejando grandes espacios desocupados entre un conjunto habitacional y otro”, dice el actual PDU.
El texto también refuta la política de construcción de vivienda impulsada durante la actual administración estatal y advierte que, pese a que ésta ha derivado en premios nacionales a las autoridades, en realidad, dice el PDU, sólo aprovechó la política crediticia y construyó casas que no pueden considerarse dignas y que, a la fecha, simplemente sobran. “No ha existido estudio de mercado por sectores de la población para generar las unidades de vivienda, sino que sólo se ha aprovechado los nichos bancarios de crédito para ejercerlos y producir vivienda al amparo de los programas que la federación ha instrumentado”, dice.
“Al conocer que más de 110 mil unidades deshabitadas por ocasionar que colonias enteras parezcan fantasmas por el olvido, la suciedad y el abandono, debemos buscar una estrategia para resolver el problema no sólo como lo estamos encarando”, agrega. Los planes parciales aprobados durante la administración municipal pasada son Oriente XXI primera y segunda etapas, Zaragoza-San Isidro, San Jerónimo y Camino Real.‘Nos aguantamos’ Aparte de los planes de crecimiento Camino Real y San Jerónimo –que están ubicados en el poniente– la mayor parte de las 16 mil hectáreas adicionadas se ubican en el suroriente de la ciudad, en las inmediaciones de la fábrica sueca Electrolux.
Desde esa planta, hacia el sur, los fraccionamientos que se están construyendo a la fecha, alejados unos de otros, semejan islas en medio de un mar de arena baldía.Los habitantes entrevistados en dichas zonas habitacionales mencionan como principales dificultades de la ubicación de sus viviendas el hecho de que, por estar tan lejos de la mancha urbana, tienen que dedicar gran parte del día a los traslados, lo cual, reportan, requiere también de casi todas sus energías.
“Mi esposa está afuera de cinco de la mañana a cinco y media de la tarde, porque trabaja allá por una maquiladora de la Ponciano Arriaga, y me dice que llega muy cansada. Yo le pregunto que si a poco no se duerme en la ruta, pero me dice que no puede”, comentó Sergio Patricio Isidoro, de 28 años y propietario de una tienda de abarrotes ubicada en el fraccionamiento Jardines de Roma, en la segunda etapa de Oriente XXI.
En el mismo fraccionamiento, Cinthia Medina, de 19 años, reporta que para ella, que no estudia ni trabaja ni quiere pasar horas en el transporte público, el problema es que, si no está uno de los dos vehículos de su familia, ella se queda prácticamente presa en los límites del fraccionamiento. “Hay veces que nos dan ganas de salir, porque de aquí uno ¿a dónde sale? Y luego en veces no está mi mamá ni mi hermana, y sí nos dan ganas de salir, pero por pensar en los camiones, que hacen dos horas y tenemos que agarrar como tres, mejor nos aguantamos y aquí nos quedamos”, agregó la joven.
Pese a los inconvenientes, Cinthia, como los demás entrevistados, coincidió en que, aunque lejos y rodeada de baldíos, tener una casa propia es mejor que pagar renta. “Uno se acostumbra. Al principio sí se nos hacía bastante lejos, y más porque está muy solo, hasta miedo nos daba, y como está todo el llano y como está la ciudad, de noche no hay focos en la calle, ya nomás entrando al fraccionamiento. Pero pues de pagar renta a algo propio, mejor nos aguantamos”, dijo la joven. Para Sergio Isidoro, por separado, el motivo de haber comprado en ese fraccionamiento fue la noción de que, si no compraba ya, con los meses su opción de casa propia iba quedar todavía más lejos.
“En Finca Bonita –un fraccionamiento ubicado en la primera etapa de Oriente XXI– se nos hacía muy lejos, y no agarramos la casa, pero luego dijimos, si nos vamos así y así, no vamos a tener ningún patrimonio”, dijo Isidoro. ¿Por qué evitar la dispersión?Pese a que los residentes de las nuevas zonas de crecimiento estén conformes con la distancia de sus viviendas, el PDU –y diversos diagnósticos técnicos– han establecido desde hace años los múltiples problemas que la dispersión urbana le causa a Ciudad Juárez.
Uno de los principales, de acuerdo con el PDU de 2003, es que obliga al Gobierno municipal a gastar cada vez más en la prestación de servicios y en la creación de infraestructura, además de que impide dedicar esos recursos al mantenimiento de lo ya existente, como calles, banquetas, líneas de agua y drenaje, parques, escuelas, gimnasios, vigilancia y policía, entre otros servicios. También, dice el mismo documento, la dispersión aumenta las necesidades de pavimento y los costos de traslado de la población, imposibilita los recorridos a pie, genera una dependencia del automóvil, ésta aumenta los índices de contaminación y, también, provoca una baja demanda de transporte público, por lo que éste se vuelve ineficiente y costoso.
“A medida que se incrementan las distancias a las unidades de equipamiento público, tales como escuelas, áreas deportivas, gimnasios, etc., es necesario aumentar el número de ellas, para tener una cobertura mínima; con ello se hacen menos eficientes las instalaciones y obligamos al uso del automóvil”, dice el PDU de 2003.
La dispersión también tiene repercusiones sociales, dice el texto, porque la baja densidad de lo construido “impide apreciar elementos” que pudieran ser representativos de la ciudad y que podrían ser un sustento para la identidad social. “La dispersión también destruye el carácter propio de las zonas, crea enormes asentamientos habitacionales y comerciales sin personalidad ni carácter particular; aumenta el aislamiento, el peatón pierde su función, se pierde la vida cívica y comunitaria, el individuo se percibe progresivamente alejado de sus conciudadanos, acaba con la convivencia entre los diferentes sectores sociales”, dice el PDU.
“La lógica con que se comporta la inversión en nuestro medio condiciona a que el espacio urbano se torne un elemento desechable, que se abandona paulatinamente al trasladarse la inversión a los nuevos distritos de negocios más prósperos y lucrativos”, agrega. La actual versión del PDU retoma las advertencias del documento anterior: “En este momento, por la dispersión del crecimiento atomizado se inicia la deficiencia en la administración pública a más de otros factores, porque es tal la cantidad de espacio abierto a la ocupación de funciones urbanas sin dotación completa de infraestructura y equipamiento que permite el aparente caos por falta de la eficiencia en la administración de la ciudad”, dice el borrador del plan.
Más tierra de la necesariaPese a las advertencias tanto del PDU de 2003 como del borrador actual en contra de la dispersión, la titular del Instituto Municipal de Investigación y Planeación –instancia cuyo personal hizo ambos documentos– rechazó en entrevista explicar cómo fue que se permitieron las trasgresiones registradas en la administración municipal pasada, en la cual ella asumió el cargo.
“Eso es lo que estamos incorporando, para que no nos vuelva a suceder lo que ha estado sucediendo, que se abren zonas de crecimiento y pues no tenemos planeado en ese lugar cómo queremos que se den las cosas o cómo nos dice la ciudad que deben ser las cosas para esas nuevas áreas”, dijo Rosario Díaz, directora del IMIP.
Pero el control del crecimiento, sin embargo, no sólo aparece expresado en el PDU, sino en todos los diagnósticos académicos que, desde hace años, han advertido la necesidad de evitar la dispersión de la ciudad.Así lo explicó Lourdes Romo, investigadora del Colegio de la Frontera, coordinadora del Programa de Zonificación y Ordenamiento Ecológico Territorial y quien agregó que, de acuerdo con las proyecciones de dicho estudio, las 19 mil hectáreas agregadas en los últimos seis años serían necesarias pero para cubrir las necesidades de suelo en Juárez hasta 2030.
“Hubo un proceso de expansión urbana desmedido, desaforado, que no estaba proyectado, que no tomó en cuenta los modelos de crecimiento urbano y que económicamente no se cuenta con la capacidad para dotar de infraestructura y equipamiento a esas áreas de expansión urbana”, dijo Romo. “Entonces, sí había una necesidad de expansión urbana, pero no en ese tamaño”, agregó la investigadora.
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