viernes, 13 de marzo de 2009

Juárez contra el clero nunca contra Dios


El Heraldo
Chihuahua, Chihuahua.- El único héroe triunfador de México, opositor al clero, pero nunca a Dios; es así como el escritor Eduardo Antonio Parra reveló en su obra "Juárez: El rostro de piedra", la vida de un pastor indígena cuyo nombre fue enaltecido con el título de Benemérito de las Américas.Tal individuo, un indígena, Benito Pablo Juárez García, interesante lo suficiente para escribir un libro más que pone en entredicho al mito construido en torno a uno de los personajes y protagonistas de la violenta epopeya mexicana; exponiendo la grandeza oculta tras el rostro vulnerable de la humanidad.

"Ese personaje histórico es más que un hombre al que nada hizo el viento. Era un ser humano como cualquier otro", aseveró Parra, ganador del premio Juan Rulfo.Bajo esa hipótesis, el autor comenzó a fracturar el duro gesto que el indígena zapoteca muestra en los libros de historia y en numerosas fotografías que lo presentan ataviado siempre en un traje negro, taciturno, cuyas telas vinieron a romper con la moda de usar ostentosos atuendos militares, provistos de medallas.

Según Parra, ese y otros detallas, hablan del carácter revolucionario de un hombre cuya primera lección fue que aprender y dominar el idioma castellano, mismo que le sirvió para abrir los umbrales del conocimiento y, por ende, las puertas del mundo.

"No era más inteligente que cualesquiera de nosotros, pero poseía una inteligencia práctica que le permitió sintetizar las ideas de todos sus contemporáneos para tomar decisiones en base a lo que escuchaba y lograr así éxitos.

Era un hombre que escuchaba lo mismo el consejo de su esposa que las recomendaciones de sus amigos políticos", comentó.Recordó haber encontrado a Juárez en fuga, en la decisión que un hombre tomó para que la gobernabilidad de una nación siguiese invulnerable a las armas de un ejército invasor, "al que con su huida impidió que hiciese una masacre en la Ciudad de México, salvando así su vida y la de miles de inocentes".

Señaló que por eso resultó incluso fácil encontrarlo, ya que no pocos han intentado anteriormente derrocar al mito, los cuales se convirtieron en un antecedente para integrar páginas donde un Presidente de México se mostrarse así mismo como un ser de carne y hueso, amante de la música, del baile, tal como al solicitar que una banda de músicos chihuahuenses le interpretase "La Escobita", composición que pasaría a la historia como la emblemática "Segunda de Rosales".

"Paco Ignacio Taibo II me dijo que a la ultraderecha y a la ultraizquierda no les iba a gustar mi novela, pero aun así avaló mi trabajo puesto que se trata de una reflexión que convoca al político actual a hacer de Juárez algo más que el fragmento de un discurso en tiempo de elecciones", indicó.

Señaló que tampoco entro en conflicto con aquellos mexicanos que prefieren a un acartonado Benito Juárez, puesto que con grata sorpresa ha encontrado más lectores interesados en saber cómo fue el hombre que jamás abandonó su fe católica, misma que le instruyó en su infancia, como para reconocer que al César le corresponde lo suyo, mientras que Dios reclama la certeza de lo que se espera, a partir de la obediencia a uno de sus principales mandatos: Al otro lo que deseas para ti, o bien, entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz."Juárez nunca estuvo en contra de la fe, estuvo en contra del poder que ejercía el clero sobre los mexicanos", exteriorizó.Concluyó señalando que la lección es admirar su tesón, la decisión de no detenerse hasta lograr las cosas, vencer los miedos y las dificultades externas.

"Era un presidente indio y los criollos lo miraban por encima del hombro. Me interesaban sus dificultades internas, las inseguridades que le provocaban el contexto social y que, sin embargo, poco a poco venció", conclúyó.

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