Galeana— Así como compartieron la mayor parte de sus vidas, también compartieron su última despedida.
Benjamín Franklin LeBarón Ray y su cuñado y amigo Luis Carlos Widmar Stubbs fueron sepultados ayer en el panteón municipal de Galeana, la localidad donde nacieron, crecieron y por la que también decidieron sacrificar su vida para combatir la injusticia del secuestro.
Padres, hermanos, hijos y una multitud de habitantes de toda la región noroeste se congregaron para llevarlos a su última morada y homenajearlos como mártires que dieron su vida por el prójimo, en apego a los valores cívicos, morales y religiosos que los distinguieron desde pequeños.
Miembros de la comunidad hicieron hincapié en que no van a ceder el fruto de su trabajo al crimen organizado ni se van a ir al destierro.
Los cuerpos fueron velados desde la tarde del martes en una capilla privada de la cabecera municipal de Galeana y trasladados ayer al templo del Primogénito de la Plenitud de Los Tiempos, ubicado en LeBarón, para brindarles un servicio religioso.
Hasta ahí llegaron sus ataúdes, que fueron trasladados en una carreta sobre pacas de pastura, jalada por una camioneta sobre las que se sentaron sus hijos y demás familiares.
Los ataúdes, construidos por sus propios hermanos, estaban hechos de madera, sin pintura. Sobre ellos reposaban arreglos florales y fotografías de familia que los mostraban en convivios alegres.
Al interior del templo los cargaron personas que en su mayoría tienen lazos de sangre con ellos. Mientras que en el exterior, debajo de carpas, más de mil personas escuchaban el servicio religioso que fue alternado por testimonios de sus padres, hermanos, primos y amigos.
“En sus cumpleaños, recordaba su madre, siempre pidió como deseo al apagar las velas ser alto. Pedía ser alto, no se le concedió físicamente, pero sí en espíritu y corazón”, señaló Adrián LeBarón.
En tanto, decenas de soldados y policías que hasta antes del secuestro de su hermano érick ocurrido en mayo, no tenían ningún interés en proteger a ese poblado, lo resguardaron fuertemente ocasionando el reclamo de algunos de los integrantes de LeBarón.
“Ya me siento más seguro, pinches inútiles, ya para qué están aquí”, les gritó un joven LeBarón mientras partía el cortejo fúnebre al panteón municipal de Galeana.
Durante las honras fúnebres y la inhumación, la familia clamó por justicia y la detención de los responsables pese a las promesas que por la mañana les hiciera el gobernador del estado, José Reyes Baeza.
El dolor se hizo más grande durante la despedida final en el cementerio, pero fue reconfortado por la esperanza de que su sacrificio fue en apego a los valores religiosos que los distinguieron y que según sus amigos les serán recompensados donde quiera que estén
Ahí, los hijos de Benjamín: Víctor, Ezequiel, Dante, Sebastián y José Rafael, así como los vástagos de Luis Carlos: Jacob, Bradley, Elías, Luis Carlos y Ashley Rose, se despidieron de ellos depositando rosas amarillas y rojas sobre los ataúdes antes de que la tierra los cubriera.
Benjamín Franklin LeBarón Ray y su cuñado y amigo Luis Carlos Widmar Stubbs fueron sepultados ayer en el panteón municipal de Galeana, la localidad donde nacieron, crecieron y por la que también decidieron sacrificar su vida para combatir la injusticia del secuestro.
Padres, hermanos, hijos y una multitud de habitantes de toda la región noroeste se congregaron para llevarlos a su última morada y homenajearlos como mártires que dieron su vida por el prójimo, en apego a los valores cívicos, morales y religiosos que los distinguieron desde pequeños.
Miembros de la comunidad hicieron hincapié en que no van a ceder el fruto de su trabajo al crimen organizado ni se van a ir al destierro.
Los cuerpos fueron velados desde la tarde del martes en una capilla privada de la cabecera municipal de Galeana y trasladados ayer al templo del Primogénito de la Plenitud de Los Tiempos, ubicado en LeBarón, para brindarles un servicio religioso.
Hasta ahí llegaron sus ataúdes, que fueron trasladados en una carreta sobre pacas de pastura, jalada por una camioneta sobre las que se sentaron sus hijos y demás familiares.
Los ataúdes, construidos por sus propios hermanos, estaban hechos de madera, sin pintura. Sobre ellos reposaban arreglos florales y fotografías de familia que los mostraban en convivios alegres.
Al interior del templo los cargaron personas que en su mayoría tienen lazos de sangre con ellos. Mientras que en el exterior, debajo de carpas, más de mil personas escuchaban el servicio religioso que fue alternado por testimonios de sus padres, hermanos, primos y amigos.
“En sus cumpleaños, recordaba su madre, siempre pidió como deseo al apagar las velas ser alto. Pedía ser alto, no se le concedió físicamente, pero sí en espíritu y corazón”, señaló Adrián LeBarón.
En tanto, decenas de soldados y policías que hasta antes del secuestro de su hermano érick ocurrido en mayo, no tenían ningún interés en proteger a ese poblado, lo resguardaron fuertemente ocasionando el reclamo de algunos de los integrantes de LeBarón.
“Ya me siento más seguro, pinches inútiles, ya para qué están aquí”, les gritó un joven LeBarón mientras partía el cortejo fúnebre al panteón municipal de Galeana.
Durante las honras fúnebres y la inhumación, la familia clamó por justicia y la detención de los responsables pese a las promesas que por la mañana les hiciera el gobernador del estado, José Reyes Baeza.
El dolor se hizo más grande durante la despedida final en el cementerio, pero fue reconfortado por la esperanza de que su sacrificio fue en apego a los valores religiosos que los distinguieron y que según sus amigos les serán recompensados donde quiera que estén
Ahí, los hijos de Benjamín: Víctor, Ezequiel, Dante, Sebastián y José Rafael, así como los vástagos de Luis Carlos: Jacob, Bradley, Elías, Luis Carlos y Ashley Rose, se despidieron de ellos depositando rosas amarillas y rojas sobre los ataúdes antes de que la tierra los cubriera.
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