EL PUEBLO
El área del Valle del Papigochi, se extiende desde Ciudad Guerrero hacia el norte hasta la alta Babícora y comprende los municipios de Guerrero, Matachic, Temósachic, experimenta un colapso no sólo agrícola, sino también cultural y de identidad, pues sus habitantes se ven obligados a migrar a EU, las ciudades del Estado o buscar “otras actividades” pues la agricultura ya no les permite subsistir como lo hicieron durante cientos de años.
Esperanza Penalgos Belman, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, explicó que en la región habita una población en su mayoría mestiza, dedicada a la actividad agrícola, así como a servicios como el comercio y una mínima parte en el sector industrial.
Esta región tiene aún esfuerzos por lograr una organización campesina, pese los problemas a los que se enfrenta el productor agrícola, pues hay formas de organización pero minoritarias; “esta respuesta es totalmente inmediata y poco contundente y no es una respuesta que genere la recuperación de una actividad que durante un tiempo tuvo un lugar muy dominante en la región, ahora es de resistencia el aferrarse a sembrar por que ya no les permite seguir sobreviviendo en su modo de vida como productores”.
Denunció “un golpeteo de una política errática de apoyo al campo, no integral, pues no hay apoyo, dejan al campo morirse por sí mismo”. Si aunado a estas estratégias erradas se involucran además temáticas climatológicas, se encuentra la fórmula para el fracaso del campo. Explicó que las políticas no comprenden programas integrales, recursos o capacitación y los programas no están destinados a este tipo de productores, pues hay una gran parte que ni recibe ni ha recibido nunca apoyos del Estado Mexicano, tal como el sector ejidal, pues no se le considera un factor de desarrollo y sólo se le ha mantenido con políticas paliativas y están sin apoyo casi desde la constitución del Estado Mexicano, ya que esos programas están destinados a los pequeños, medianos y grandes productores agropecuarios.
Este sector, hasta la década de los 80´s la región tuvo un papel muy importante en las demandas campesinas, con un lugar de liderazgo, “pero ahora no saben bien hacia dónde conducirse y no existe ya como tal”.
Urgió a realizar una revalorización del campo mexicano, no sólo en el sentido productivo, sino también como sociedad, “no sólo son productores de mercancías, son generadores de empleo, cultura, modos de vida, tienen una respuesta integral respecto al medio ambiente que no se ha visto”.
La problemática específica del Papigochic, es que es una zona que tradicionalmente ha estado en contacto con los Estados Unidos, con una tradición migratoria, que antes no era un obstáculo, pues iban y venían, ahora sólo se van, hay una interacción cultural con otro tipo de campesinos altamente productivos como los menonitas que son un paradigma a seguir, ya que se les genera una nueva expectativa, existe muy poca tradición de organización gremial y comunitaria, hay más bien tendencias individualistas, a diferencia del sur, “están menos organizados, estas son particularidades producto de la historia, pero no que les llegue por osmosis, en parte de la cultura general del norte de México como pueblos”.
Ahora están viéndose obligados a migrar definitivamente, principalmente a Estados Unidos, ya que este tipo de campesinado no sobrevive de su actividad económica fundamental por lo que siempre la han complementado con una actividad migratoria y poco a poco están abandonando el campo y con esto, su cultura, sus valores, sus modos de producir y de vivir, hay desintegración social y familiar.
“Urge la revalorización de la cultura campesina, no sólo en términos productivos, no son sólo máquinas de productir maíz y frijol, producen cultura, servicios ambientales, conocimientos, ecológicos y en general, modos de vida que merecen protegerse y preservarse”.
Esperanza Penalgos Belman, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, explicó que en la región habita una población en su mayoría mestiza, dedicada a la actividad agrícola, así como a servicios como el comercio y una mínima parte en el sector industrial.
Esta región tiene aún esfuerzos por lograr una organización campesina, pese los problemas a los que se enfrenta el productor agrícola, pues hay formas de organización pero minoritarias; “esta respuesta es totalmente inmediata y poco contundente y no es una respuesta que genere la recuperación de una actividad que durante un tiempo tuvo un lugar muy dominante en la región, ahora es de resistencia el aferrarse a sembrar por que ya no les permite seguir sobreviviendo en su modo de vida como productores”.
Denunció “un golpeteo de una política errática de apoyo al campo, no integral, pues no hay apoyo, dejan al campo morirse por sí mismo”. Si aunado a estas estratégias erradas se involucran además temáticas climatológicas, se encuentra la fórmula para el fracaso del campo. Explicó que las políticas no comprenden programas integrales, recursos o capacitación y los programas no están destinados a este tipo de productores, pues hay una gran parte que ni recibe ni ha recibido nunca apoyos del Estado Mexicano, tal como el sector ejidal, pues no se le considera un factor de desarrollo y sólo se le ha mantenido con políticas paliativas y están sin apoyo casi desde la constitución del Estado Mexicano, ya que esos programas están destinados a los pequeños, medianos y grandes productores agropecuarios.
Este sector, hasta la década de los 80´s la región tuvo un papel muy importante en las demandas campesinas, con un lugar de liderazgo, “pero ahora no saben bien hacia dónde conducirse y no existe ya como tal”.
Urgió a realizar una revalorización del campo mexicano, no sólo en el sentido productivo, sino también como sociedad, “no sólo son productores de mercancías, son generadores de empleo, cultura, modos de vida, tienen una respuesta integral respecto al medio ambiente que no se ha visto”.
La problemática específica del Papigochic, es que es una zona que tradicionalmente ha estado en contacto con los Estados Unidos, con una tradición migratoria, que antes no era un obstáculo, pues iban y venían, ahora sólo se van, hay una interacción cultural con otro tipo de campesinos altamente productivos como los menonitas que son un paradigma a seguir, ya que se les genera una nueva expectativa, existe muy poca tradición de organización gremial y comunitaria, hay más bien tendencias individualistas, a diferencia del sur, “están menos organizados, estas son particularidades producto de la historia, pero no que les llegue por osmosis, en parte de la cultura general del norte de México como pueblos”.
Ahora están viéndose obligados a migrar definitivamente, principalmente a Estados Unidos, ya que este tipo de campesinado no sobrevive de su actividad económica fundamental por lo que siempre la han complementado con una actividad migratoria y poco a poco están abandonando el campo y con esto, su cultura, sus valores, sus modos de producir y de vivir, hay desintegración social y familiar.
“Urge la revalorización de la cultura campesina, no sólo en términos productivos, no son sólo máquinas de productir maíz y frijol, producen cultura, servicios ambientales, conocimientos, ecológicos y en general, modos de vida que merecen protegerse y preservarse”.
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