EL PUEBLO
La Casa Hogar de Ancianos, Rincón del Amor, alberga a 43 adultos mayores de 55 que tenía hace un par de meses, pero por disposición de Protección Civil debió disminuir su capacidad. Sus edades van de los 60 años, pero muy enfermos, hasta los 94 años. Operan desde 1980 cuando la fundó Margarita Garcia, quien recogió a dos ancianitos que estaban en un coche viejo y abandonado refugiados mientras nevaba. Les dió cobijo en su hogar, pero no pudo darles una atención adecuada, así que compró un terreno y vendiendo burritos y menudo pudo pagarlo y además la construcción de un cuarto de cartón.
“De volada llegaron más, los viejitos se platican entre ellos, de pronto ya eran 5, los apoyó el Club de Leones que construyó la primera etapa, empezaron a arrimarse más y más, se corren la voz, se juntó como un club, algunos sí tenían casa pero venían a convivir, hacíamos reuniones los miércoles, después baile y fiesta, convivios muy bonitos”.
Margarita los llevaba quincenalmente a días de campo en el camión del DIF o del Instituto Chihuahuense de Educación para los adultos que los apoyaba también para que se distrajeran, “seguimos conviviendo, planeando construir más por que era un sueño contar con un lugar donde ellos estuvieran agusto, todavía no estoy conforme, quiero acondicionarles bien, que quede un lugar grande”.
Actualmente el centro cuenta con el apoyo del Gobierno del Estado y el Municipio con 4 mil y 3 mil pesos mensualmente, “yo no tengo dinero para comprar gas, les hablo a personas que me ayudan a pagar las cosas, Chihuahua tiene gente muy hermosa y muy noble, le pido a Dios por este Estado”.
Cuentan con el apoyo el apoyo del hotel Santa Regina, Óscar Reza, Manuel Fitzmaurice y el ya fallecido Abelardo Mura, así como el panteón La Colina, la mueblería El Pasito, la iglesia Apostólica. la iglesia Betel, mariscos Valcor y otras asociaciones y particulares.
Hay una cuota de 3 mil pesos mensuales por cada ancianito, “pero la mayor parte no puede pagarlo, así que pues les aceptamos lo que tengan”, tan sólo el seguro de las empleadas son 22 mil pesos bimestrales, de electricidad pago hasta 15 mil pesos, no nos perdonan nada, la nómina es muy pesada. Trabajan aquí 17 personas con sueldo, así como voluntarios de la Universidad Autónoma de Chihuahua, de los Tecnológicos y otras escuelas.
Los viejitos que llegan a este lugar son en su mayor parte señores sólo que nunca se casaron, o algunos que tienen hijos varones y las nueras no quieren atenderlos, los padres que tienen hijas es una bendición, hay un problema muy pesado con las nueras, pues no hay el cariño, recordemos a Ruth y Noemí en la Biblia, “necesitamos fomentar el amor de las nueras hacia los suegros”.
“Los viejitos no tienen la culpa, muchos no tuvieron estudios, fueron maltratados y viene a repercutir, no tenemos por qué juzgarlos por que tuvieron una vida dura, nosotros tenemos ahora más oportunidades en la vida, pero ellos no, si en mis tiempos el que tenía primaria ya era la gran cosa”.
Existen casos de ancianas con hijos drogadictos que las maltrataban, hay muchas razones por las que los abuelitos sufren y muchas veces es mejor un hogar de estos que sus casas explica la fundadora; “en agosto hacemos una caminata por la dignidad del adulto mayor, nos vamos a caminar por la Huerta Legarreta, nos vamos caminando y personal del Tec II nos ayuda, movilizados por Gabriela Adame, esto ha movido las conciencias, me critican, pero uno sabe por qué lo hace”.
Asegura que el problema es muchísimo mayor de lo que parece, ya que en cada colonia hay abuelitos abandonados, gente que no se da a conocer, que son anónimos, “ojalá hubiera grupos de jóvenes que descubrieran a los abuelitos de cada colonia y los sacaran de su encierro, a veces están enfermos de depresión, a veces la familia no está capacitada para cuidarlos y hay que ayudarles, hemos ido a hogares donde nos piden consejos para atenderlos, hay mucha necesidad, Gobierno da despensas y apoyos, pero a muchos de ellos a veces no les llega, los familiares se lo gastan, ojalá hubiera una comisión que investigara al respecto”. Otro problema recurrente es cuando los hijos se pelean los bienes de los ancianos y los despojan.
El principal problema dice Margarita, es que “falta amor, todos estos problemas son por eso, todos tenemos un mandamiento de amarnos unos a otros y no lo estamos cumpliendo, falta mucha enseñanza a la gente, a veces los tratan mal por el alzheimer, los viejitos se portan mal por que sus facultades ya no los ayudan, se pelean, son corajudos, pero hay que considerarlos, cuando a usted le duele algo, se pone de mal humor, también cuando tiene una preocupación, algunos tienen hijos que los abandonaron y se acuerdan de ellos y se ponen de malas, no tienen más remedio que estar aquí tranquilos, tengo muchos proyectos, pero mis fuerzas y mi vida no me alcanza, yo también tengo que aceptar mi vejez, ser felices con lo que tenemos, muchos no aceptamos la vejez, no es fácil para nadie, nadie la acepta con gusto, yo no me quiero ver en espejo por que ya no soy la misma, para ir a algún lado ya necesito que me lleven”.
A los jóvenes les recomienda luchar por mejorar la vida de los ancianos y la propia, para que ellos no lleguen a una situación triste, “tienen todo a su alcance para no estar esperanzados a que sus hijos los mantengan, hay que prepararse, mi preocupación es ganarme mi pan, todas las mañanas se lo pido al señor”.
Una de las actividades que más le preocupa es acercar a los adultos mayores a la sociedad, principalmente a los jóvenes, “para que tomen conciencia, es necesario que ellos lo vean, que estén conscientes de lo que pasa, sólo así pueden cambiar las cosas, deben mantener su mente activa desde ahora para que luego no se deteriore”.
Ha recibido a varios ancianos golpeados por sus hijos, otros que llegan por su propio pie, otros llegan haciéndose pasar por hombres sólos, refieren no tener familia, “hubo uno que así era pero el día que falleció no teníamos un peso para sepultarlo, encontramos a cuatro familias que tenían que ver con él, pero nadie vino por su cuerpo, pero cuando estaba el sepelio llegaron todos, entre ellos sus hijas, llegaron y se agarraron a golpes y cayeron dentro de la fosa, tuvo que llegar la policía, se peleaban por sus bienes”.
También ha habido casos en los que debe llegar la Policía, “vienen hijas con licenciados corruptos que se quieren llevar a los ancianitos para obligarlos a firmar documentos y cederles sus propiedades, no hay justicia, hasta abusos sexuales incluso por parte de sus propios hijos llegan a sufrir”.
Ha recibido incluso agresiones por defender a viejitos, principalmente por parte de los hijos de estos, y recibido daños en las instalaciones en represalia por no permitir que abusaran más de ellos. “La sociedad está cambiando, parece que estamos recuperando a muchos niños, está haciéndose mucho buen trabajo fomentando el respeto hacia el adulto mayor, hace 30 años era peor, recibí a un viejito que perdíó un ojo por que los niños lo apredraban cuando lo veían, ahora el problema es la droga, en una casa donde hay alcohólicos o drogadictos, los abuelitos sufren mucho”.
Estas son sus historias:
A Jovita la abandonaron hace 17 años en un asilo, famélica y transtornada. Desde entonces ya no hablaba, se cree que escucha. No se sabe. Calculan que tiene cerca de 80 años, pero no se sabe siquiera su nombre, ni su lugar de origen, la abandonaron como a cualquier bulto, a su suerte. ¿Tiene hijos? Quién sabe. Aseguran Margarita que es sorprendentemente sana, jamás se enferma. Una señora la dejó ahí, prometió volver por ella unos días después mientras le habilitaba un lugar... jamás volvió.
En una ocasión una persona dijo reconocerla y haberla visto, de joven, en Madera, pero tras enviar una serie de fotos, nadie respondió, quizá su familia vive ahí, quizá no. “Es la alegría del asilo, siempre está sonriente, creo que sí escucha, piensa y sabe todo, ella es puro amor, nos alegra la vida a todos”. A su familia no, prefirieron deshacerse de ella.
Aurorita tiene 10 años en el asilo, así le puso quien la llevo, dicen que ni es su nombre. Caminaba con mucha dificultad y tras una caída se quebró la cadera. Margarita la llevó a varios hospitales, donde por ser pobre, vieja y loca, no la atendieron, sólo un milagro podía sanarla y precisamente eso pasó. Asegura quien ahora la cuida en el asilo, que tras 8 días de reposo la cadera sanó por sí sola, “los médicos dicen que es imposible, yo no sé de medicina ni nada de eso, sé que la veo caminar nada más, mírela, ahí está caminando y ahí tengo donde dice que ya no podía caminar ¿qué quiere que haga yo? ¿qué alego? Los hechos hablan, eso es un milagro, ella ahí está, Dios está con ella y nos salpica de Dios a nosotros”.
A ella la dejaron encargada a una persona junto con una casa. Su tutora tomó la casa, se comprometió a hacerse cargo de Aurorita y de su casa, después mejor se quedó sólo con la casa, prefirió abandonar a Aurorita y al Dios que la cuida, según Margarita. “Es frágil, ella ahí está, por ahí anda siempre, ni se mete con nadie y nadie se mete con ella, no habla, no entiende, yo en sus ojos no puedo ver si es feliz, quién sabe qué habrá pasado, pero aquí ya no le pasará nada, todos queremos mucho a Aurorita”. La ancianita va a la cocina y sin decir nada, hablar nada, ni pensar nada, pide otra pieza de pan y así, sin decir, pensar ni escuchar nada, se la dan. Vuelve a su silla y come, después mira a las personas y le parecen objetos, nadie existe para Aurorita. La que la abandonó ahí tiene teléfono, pero jamás lo contestó.
Arnulfo lleva 11 años en el asilo, se llama como el abuelo del redactor, pero su historia no tiene nada que ver. Él nunca tuvo hijos, ni se casó, ni hizo nada bueno ni malo, simplemente existió, vivió y envejeció mientras la vida se le desparramaba del cuerpo.
Nació en El Paso, Texas, está lúcido como pocos, charla como cualquier persona, podría ser un abuelito perfecto para muchos niños y no tan niños, pero no. Vivía con su tía y sus primos, pero enfermó de algo que por los síntomas, podría ser sífilis, entonces pensaron que sería mejor que ya no estuviera en casa. Recuerda que trabajó en la zapatería “La Tolteca” y en “Autopartes del Norte”. Está agusto, extraña a su familia, pero aquí tiene otra, que lo entiende más, que lo desprecia menos. Le gusta escuchar la radio, bailar y leer. Quedó huérfano a los dos años, siempre ha estado sólo, siempre lo estará, su familia no le contesta ni lo visita.
Jesús Márquez Solís es su nombre, pero el ni lo sabe ni le importa. Tiene una hermana en Anáhuac, se comprometió a estar al pendiente de él, pero no lo hace, ni siquiera quiso traerles el acta que le da derecho a llamarse Jesús. Las autoridades lo encontraron con una pierna podrida, repleta de úlceras varicosas y con posibilidad de perderla. Siempre padeció de sus facultades mentales, pero su instinto lo hizo acercarse a la catedral y pedir dinero, a señas. No habla, no escucha, no entiende, sus familiares lo rechazaron por eso, por no haber nacido dotado de razón ni sentimientos como ellos, eso les dió el derecho de despreciar su propia razón y sentimientos y no usarlos para con quien más los necesitaba. Ya tiene 72 años y un día decidieron llevarlo con su familia para ver qué pasaba, a ver si la razón y los sentimientos volvían, pero no fue así. “¿Qué pecado cometí para que me lo trajeran?” dijo su hermana cuando lo vió, sin querer saber que el pecado lo estaba cometiendo ahí merito.
Ranulfa Sánchez García y Norberto Balderráin estaban en el ocaso de sus vidas. Ella con 3 hijos, uno desobligado, uno perdido y otro que sí se acuerda de ella, le llama y la apoya con algo de dinero, pero es indocumentado en Estados Unidos y le va cada vez peor. Él sin hijos, originario de Chínipas, no puede decir que alguien lo olvidó, nunca lo recordó nadie más bien. La vida los unió y ellos decidieron procurarse una compañía para el resto de sus vidas o al menos el resto de la vida de uno: se casaron en el asilo. El juez fue José Reyes Baeza, entonces gobernador de Chihuahua, al inicio de su administración. Ellos no pelean como otras parejas, se ayudan, tienen 6 años juntos y se aman profundamente, eso pasa por tener tanto amor y no tener a quién amar. Ranulfa reconoce que le dan muchos celos cuando él platica con otras mujeres, ya sean muchachas o ancianas, incluso ha llegado a “desgreñar” a quien considera, habla demasiado con su marido. Su preocupación son las dolencias de Norberto a quien recogieron moribundo de un río de su natal Chínipas. “Si lo veo platicando con muchachas, ya no me voy a enojar, yo también puedo platicar con muchachos, vamos viendo” dice para luego carcajearse, se abrazan, se besan y aunque les prescribieron dormir en camas separadas por motivos de salud y se les ha presionado para que lo hagan, prefirieron destruir un colchón y así no tener otra opción que dormir juntos.
“De volada llegaron más, los viejitos se platican entre ellos, de pronto ya eran 5, los apoyó el Club de Leones que construyó la primera etapa, empezaron a arrimarse más y más, se corren la voz, se juntó como un club, algunos sí tenían casa pero venían a convivir, hacíamos reuniones los miércoles, después baile y fiesta, convivios muy bonitos”.
Margarita los llevaba quincenalmente a días de campo en el camión del DIF o del Instituto Chihuahuense de Educación para los adultos que los apoyaba también para que se distrajeran, “seguimos conviviendo, planeando construir más por que era un sueño contar con un lugar donde ellos estuvieran agusto, todavía no estoy conforme, quiero acondicionarles bien, que quede un lugar grande”.
Actualmente el centro cuenta con el apoyo del Gobierno del Estado y el Municipio con 4 mil y 3 mil pesos mensualmente, “yo no tengo dinero para comprar gas, les hablo a personas que me ayudan a pagar las cosas, Chihuahua tiene gente muy hermosa y muy noble, le pido a Dios por este Estado”.
Cuentan con el apoyo el apoyo del hotel Santa Regina, Óscar Reza, Manuel Fitzmaurice y el ya fallecido Abelardo Mura, así como el panteón La Colina, la mueblería El Pasito, la iglesia Apostólica. la iglesia Betel, mariscos Valcor y otras asociaciones y particulares.
Hay una cuota de 3 mil pesos mensuales por cada ancianito, “pero la mayor parte no puede pagarlo, así que pues les aceptamos lo que tengan”, tan sólo el seguro de las empleadas son 22 mil pesos bimestrales, de electricidad pago hasta 15 mil pesos, no nos perdonan nada, la nómina es muy pesada. Trabajan aquí 17 personas con sueldo, así como voluntarios de la Universidad Autónoma de Chihuahua, de los Tecnológicos y otras escuelas.
Los viejitos que llegan a este lugar son en su mayor parte señores sólo que nunca se casaron, o algunos que tienen hijos varones y las nueras no quieren atenderlos, los padres que tienen hijas es una bendición, hay un problema muy pesado con las nueras, pues no hay el cariño, recordemos a Ruth y Noemí en la Biblia, “necesitamos fomentar el amor de las nueras hacia los suegros”.
“Los viejitos no tienen la culpa, muchos no tuvieron estudios, fueron maltratados y viene a repercutir, no tenemos por qué juzgarlos por que tuvieron una vida dura, nosotros tenemos ahora más oportunidades en la vida, pero ellos no, si en mis tiempos el que tenía primaria ya era la gran cosa”.
Existen casos de ancianas con hijos drogadictos que las maltrataban, hay muchas razones por las que los abuelitos sufren y muchas veces es mejor un hogar de estos que sus casas explica la fundadora; “en agosto hacemos una caminata por la dignidad del adulto mayor, nos vamos a caminar por la Huerta Legarreta, nos vamos caminando y personal del Tec II nos ayuda, movilizados por Gabriela Adame, esto ha movido las conciencias, me critican, pero uno sabe por qué lo hace”.
Asegura que el problema es muchísimo mayor de lo que parece, ya que en cada colonia hay abuelitos abandonados, gente que no se da a conocer, que son anónimos, “ojalá hubiera grupos de jóvenes que descubrieran a los abuelitos de cada colonia y los sacaran de su encierro, a veces están enfermos de depresión, a veces la familia no está capacitada para cuidarlos y hay que ayudarles, hemos ido a hogares donde nos piden consejos para atenderlos, hay mucha necesidad, Gobierno da despensas y apoyos, pero a muchos de ellos a veces no les llega, los familiares se lo gastan, ojalá hubiera una comisión que investigara al respecto”. Otro problema recurrente es cuando los hijos se pelean los bienes de los ancianos y los despojan.
El principal problema dice Margarita, es que “falta amor, todos estos problemas son por eso, todos tenemos un mandamiento de amarnos unos a otros y no lo estamos cumpliendo, falta mucha enseñanza a la gente, a veces los tratan mal por el alzheimer, los viejitos se portan mal por que sus facultades ya no los ayudan, se pelean, son corajudos, pero hay que considerarlos, cuando a usted le duele algo, se pone de mal humor, también cuando tiene una preocupación, algunos tienen hijos que los abandonaron y se acuerdan de ellos y se ponen de malas, no tienen más remedio que estar aquí tranquilos, tengo muchos proyectos, pero mis fuerzas y mi vida no me alcanza, yo también tengo que aceptar mi vejez, ser felices con lo que tenemos, muchos no aceptamos la vejez, no es fácil para nadie, nadie la acepta con gusto, yo no me quiero ver en espejo por que ya no soy la misma, para ir a algún lado ya necesito que me lleven”.
A los jóvenes les recomienda luchar por mejorar la vida de los ancianos y la propia, para que ellos no lleguen a una situación triste, “tienen todo a su alcance para no estar esperanzados a que sus hijos los mantengan, hay que prepararse, mi preocupación es ganarme mi pan, todas las mañanas se lo pido al señor”.
Una de las actividades que más le preocupa es acercar a los adultos mayores a la sociedad, principalmente a los jóvenes, “para que tomen conciencia, es necesario que ellos lo vean, que estén conscientes de lo que pasa, sólo así pueden cambiar las cosas, deben mantener su mente activa desde ahora para que luego no se deteriore”.
Ha recibido a varios ancianos golpeados por sus hijos, otros que llegan por su propio pie, otros llegan haciéndose pasar por hombres sólos, refieren no tener familia, “hubo uno que así era pero el día que falleció no teníamos un peso para sepultarlo, encontramos a cuatro familias que tenían que ver con él, pero nadie vino por su cuerpo, pero cuando estaba el sepelio llegaron todos, entre ellos sus hijas, llegaron y se agarraron a golpes y cayeron dentro de la fosa, tuvo que llegar la policía, se peleaban por sus bienes”.
También ha habido casos en los que debe llegar la Policía, “vienen hijas con licenciados corruptos que se quieren llevar a los ancianitos para obligarlos a firmar documentos y cederles sus propiedades, no hay justicia, hasta abusos sexuales incluso por parte de sus propios hijos llegan a sufrir”.
Ha recibido incluso agresiones por defender a viejitos, principalmente por parte de los hijos de estos, y recibido daños en las instalaciones en represalia por no permitir que abusaran más de ellos. “La sociedad está cambiando, parece que estamos recuperando a muchos niños, está haciéndose mucho buen trabajo fomentando el respeto hacia el adulto mayor, hace 30 años era peor, recibí a un viejito que perdíó un ojo por que los niños lo apredraban cuando lo veían, ahora el problema es la droga, en una casa donde hay alcohólicos o drogadictos, los abuelitos sufren mucho”.
Estas son sus historias:
A Jovita la abandonaron hace 17 años en un asilo, famélica y transtornada. Desde entonces ya no hablaba, se cree que escucha. No se sabe. Calculan que tiene cerca de 80 años, pero no se sabe siquiera su nombre, ni su lugar de origen, la abandonaron como a cualquier bulto, a su suerte. ¿Tiene hijos? Quién sabe. Aseguran Margarita que es sorprendentemente sana, jamás se enferma. Una señora la dejó ahí, prometió volver por ella unos días después mientras le habilitaba un lugar... jamás volvió.
En una ocasión una persona dijo reconocerla y haberla visto, de joven, en Madera, pero tras enviar una serie de fotos, nadie respondió, quizá su familia vive ahí, quizá no. “Es la alegría del asilo, siempre está sonriente, creo que sí escucha, piensa y sabe todo, ella es puro amor, nos alegra la vida a todos”. A su familia no, prefirieron deshacerse de ella.
Aurorita tiene 10 años en el asilo, así le puso quien la llevo, dicen que ni es su nombre. Caminaba con mucha dificultad y tras una caída se quebró la cadera. Margarita la llevó a varios hospitales, donde por ser pobre, vieja y loca, no la atendieron, sólo un milagro podía sanarla y precisamente eso pasó. Asegura quien ahora la cuida en el asilo, que tras 8 días de reposo la cadera sanó por sí sola, “los médicos dicen que es imposible, yo no sé de medicina ni nada de eso, sé que la veo caminar nada más, mírela, ahí está caminando y ahí tengo donde dice que ya no podía caminar ¿qué quiere que haga yo? ¿qué alego? Los hechos hablan, eso es un milagro, ella ahí está, Dios está con ella y nos salpica de Dios a nosotros”.
A ella la dejaron encargada a una persona junto con una casa. Su tutora tomó la casa, se comprometió a hacerse cargo de Aurorita y de su casa, después mejor se quedó sólo con la casa, prefirió abandonar a Aurorita y al Dios que la cuida, según Margarita. “Es frágil, ella ahí está, por ahí anda siempre, ni se mete con nadie y nadie se mete con ella, no habla, no entiende, yo en sus ojos no puedo ver si es feliz, quién sabe qué habrá pasado, pero aquí ya no le pasará nada, todos queremos mucho a Aurorita”. La ancianita va a la cocina y sin decir nada, hablar nada, ni pensar nada, pide otra pieza de pan y así, sin decir, pensar ni escuchar nada, se la dan. Vuelve a su silla y come, después mira a las personas y le parecen objetos, nadie existe para Aurorita. La que la abandonó ahí tiene teléfono, pero jamás lo contestó.
Arnulfo lleva 11 años en el asilo, se llama como el abuelo del redactor, pero su historia no tiene nada que ver. Él nunca tuvo hijos, ni se casó, ni hizo nada bueno ni malo, simplemente existió, vivió y envejeció mientras la vida se le desparramaba del cuerpo.
Nació en El Paso, Texas, está lúcido como pocos, charla como cualquier persona, podría ser un abuelito perfecto para muchos niños y no tan niños, pero no. Vivía con su tía y sus primos, pero enfermó de algo que por los síntomas, podría ser sífilis, entonces pensaron que sería mejor que ya no estuviera en casa. Recuerda que trabajó en la zapatería “La Tolteca” y en “Autopartes del Norte”. Está agusto, extraña a su familia, pero aquí tiene otra, que lo entiende más, que lo desprecia menos. Le gusta escuchar la radio, bailar y leer. Quedó huérfano a los dos años, siempre ha estado sólo, siempre lo estará, su familia no le contesta ni lo visita.
Jesús Márquez Solís es su nombre, pero el ni lo sabe ni le importa. Tiene una hermana en Anáhuac, se comprometió a estar al pendiente de él, pero no lo hace, ni siquiera quiso traerles el acta que le da derecho a llamarse Jesús. Las autoridades lo encontraron con una pierna podrida, repleta de úlceras varicosas y con posibilidad de perderla. Siempre padeció de sus facultades mentales, pero su instinto lo hizo acercarse a la catedral y pedir dinero, a señas. No habla, no escucha, no entiende, sus familiares lo rechazaron por eso, por no haber nacido dotado de razón ni sentimientos como ellos, eso les dió el derecho de despreciar su propia razón y sentimientos y no usarlos para con quien más los necesitaba. Ya tiene 72 años y un día decidieron llevarlo con su familia para ver qué pasaba, a ver si la razón y los sentimientos volvían, pero no fue así. “¿Qué pecado cometí para que me lo trajeran?” dijo su hermana cuando lo vió, sin querer saber que el pecado lo estaba cometiendo ahí merito.
Ranulfa Sánchez García y Norberto Balderráin estaban en el ocaso de sus vidas. Ella con 3 hijos, uno desobligado, uno perdido y otro que sí se acuerda de ella, le llama y la apoya con algo de dinero, pero es indocumentado en Estados Unidos y le va cada vez peor. Él sin hijos, originario de Chínipas, no puede decir que alguien lo olvidó, nunca lo recordó nadie más bien. La vida los unió y ellos decidieron procurarse una compañía para el resto de sus vidas o al menos el resto de la vida de uno: se casaron en el asilo. El juez fue José Reyes Baeza, entonces gobernador de Chihuahua, al inicio de su administración. Ellos no pelean como otras parejas, se ayudan, tienen 6 años juntos y se aman profundamente, eso pasa por tener tanto amor y no tener a quién amar. Ranulfa reconoce que le dan muchos celos cuando él platica con otras mujeres, ya sean muchachas o ancianas, incluso ha llegado a “desgreñar” a quien considera, habla demasiado con su marido. Su preocupación son las dolencias de Norberto a quien recogieron moribundo de un río de su natal Chínipas. “Si lo veo platicando con muchachas, ya no me voy a enojar, yo también puedo platicar con muchachos, vamos viendo” dice para luego carcajearse, se abrazan, se besan y aunque les prescribieron dormir en camas separadas por motivos de salud y se les ha presionado para que lo hagan, prefirieron destruir un colchón y así no tener otra opción que dormir juntos.
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