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Chihuahua— Convertidos en "pizcadores" desde que tienen uso de razón, los hijos de los jornaleros agrícolas que llegan del sur del país a Delicias, sufren precarias condiciones de vida. Acechados por enfermedades y miseria, pasan sus días en medio del hacinamiento que implica vivir en una casa repartidos entre más de 70 personas. Cada año, en mayo, decenas de menores arriban a los campos del centro-sur del estado. La jornada diaria de los niños inicia a las 5:30 de la mañana, igual que sus padres a quienes deben acompañar porque no hay guardería que los atienda. A las 5:00 de la tarde, su labor concluye. Hay que regresar a casa: amontonados entre las piernas de los adultos en el interior de una camioneta que se balancea de lado a lado sobre los caminos de terracería a causa del sobrepeso.
Chihuahua— Convertidos en "pizcadores" desde que tienen uso de razón, los hijos de los jornaleros agrícolas que llegan del sur del país a Delicias, sufren precarias condiciones de vida. Acechados por enfermedades y miseria, pasan sus días en medio del hacinamiento que implica vivir en una casa repartidos entre más de 70 personas. Cada año, en mayo, decenas de menores arriban a los campos del centro-sur del estado. La jornada diaria de los niños inicia a las 5:30 de la mañana, igual que sus padres a quienes deben acompañar porque no hay guardería que los atienda. A las 5:00 de la tarde, su labor concluye. Hay que regresar a casa: amontonados entre las piernas de los adultos en el interior de una camioneta que se balancea de lado a lado sobre los caminos de terracería a causa del sobrepeso.
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