miércoles, 22 de junio de 2011

Jefe de Policía de Juárez come y duerme en la comandancia

EL HERALDO DE CHIHUAHUA



Chihuahua, Chihuahua.- Para permanecer a salvo en una ciudad donde han ocurrido 8 mil asesinatos en un periodo de tres años, el secretario de Seguridad Pública de Juárez, Julián Leyzaola, come y duerme en la comandancia de policía de la ciudad fronteriza y carga una pistola Beretta lista para accionar, reseña un artículo de El Paso Times, donde el funcionario municipal habla sobre las recientes acusaciones de aplicación de tortura, sus planes para recuperar el control de la ciudad fronteriza inmersa en el crimen y la corrupción y las similitudes entre Tijuana y Juárez

El artículo se refiera a Leyzaola como un coronel del ejército retirado que ha tomado el reto de controlar el crimen en una de las ciudades más violentas de México. El jefe de la policía de Juárez, ve a todos los criminales por igual y afirma que todos deben de caer. Es un trabajo de enormes proporciones, pero él viene con experiencia. Leyzaola fue reconocido internacionalmente al ayudar a reducir los índices de violencia de Tijuana, limpiando los cuerpos policiacos de aquella ciudad y desafiando abiertamente a los cárteles del crimen organizado y narcotraficantes.

Leyzaola indicó a los comunicadores estadounidenses que al tomar la encomienda encontró un cuerpo policiaco con baja moral, infiltrado de criminales y ansioso de recuperar los espacios, el prestigio y respeto entre la ciudadanía. Habló de la intensa limpieza que se realizó agresivamente entre los miembros del cuerpo policiaco que ocasionó la salida de al menos 160 elementos de seguridad, que en su mayoría renunciaron y otros cuantos fueron despidos o señalados por sus compañeros.

"Creo que la agencia puede limpiarse por sí misma. Es verdad que hay oficiales que vienen con intenciones oscuras; pero también es verdad que no toda la corporación actúa de esa forma. Tenemos que tener en mente que los agentes son originarios de esta ciudad. Ellos son los más interesados en ver una recuperación de esta ciudad", dijo el jefe de la policía a los reporteros de Estados Unidos.

En entrevista con los comunicadores, Leyzaola admitió que Juárez y Tijuana son similares, sin embargo, declaró que sus problemas internos son completamente diferentes, ya que en Tijuana la situación respecto al crimen organizado estaba muy bien desarrollada y evolucionada, con departamentos dedicados al secuestro, ejecuciones, trata de blancas, tráfico de drogas y extorsión; mientras que en Juárez apenas se estaban desarrollando este tipo de estructuras.

"No creo que el crimen organizado esté especializado en narcotráfico, está especializado en otras áreas delictivas como extorsiones y robo de vehículos. Creo que estas dos actividades son los mayores problemas de la ciudad. También hay secuestros, pero no son tan frecuentes como los otros crímenes", explicó.

Ante los cuestionamientos de los periodistas norteamericanos sobre el modo tan sangriento de operar del cártel de Los Zetas, el jefe policiaco comentó que no comparte la idea de que un grupo criminal actúa con más saña que los demás: "Se supone que debo temblar cuando escucho mencionar a Los Zetas, ¿o qué? Creo que son ellos los que deben temer cuando se habla de las autoridades, cualquier organización criminal está destinada a fallar".

Además dijo que es muy pronto para celebrar el decremento de asesinatos en la ciudad a pesar de haber mejoras importantes. De pronto los policías de Juárez dejaron de apoyar a los cárteles y fueron desplazados, sin embargo, no se quedarán de brazos cruzados y tratarán de recuperar el terreno que han ido perdiendo.

Julián Leyzaola explicó que las operaciones de los criminales tienen como base el centro de la ciudad, por ello es ahí donde se han redoblado esfuerzos para recuperar ese sector al cual los policías no podían ingresar, ya que sólo había anarquía y caos. "Uno podía encontrar cualquier cosa ahí, drogas vendiéndose como tortillas con largas filas para comprar".

Del mismo modo comentó que es imposible recuperar la seguridad de Juárez con un solo ataque, es por eso que concentró sus fuerzas en pequeños espacios. Explicó a los periodistas del extranjero que uno de los principios de las artes militares para establecer el control es concentrar las fuerzas donde se puedan tomar las decisiones adecuadas e ir de sector en sector hasta recuperar toda la urbe.

En relación a las acusaciones de tortura en su contra se mostró escéptico: "Estas personas dicen que yo los saqué de sus casas y los torturé y las organizaciones de derechos humanos automáticamente asumieron que así fue, porque lo dijeron 24 personas, pero vieron de dónde eran esas personas, ellos se basan en lo que la gente les dice, pero no hay una investigación científica al respecto".

Empero mencionó que es importante que las acciones policiacas emprendidas estén bajo la lupa de organizaciones civiles y dijo que para él los criminales son eso y nada más: "Algunos de ellos se dicen humanos, lo cual dudo por las aberraciones que cometen, como cortar en pedazos a una mujer o encerrándolas y torturándolas por varios días y aún así exigen que sus derechos humanos sean respetados, creo que el castigo debe ser proporcional a la falta que se ha cometido".

La tortura, expresó Leyzaola, debería estar prohibida. Si las autoridades están involucradas en esto, no son diferentes de los criminales.

Resaltó que la relación con las autoridades del Estado es excelente y criticó la falta de coordinación con las fuerzas policiacas federales, quienes tienen sus propios programas y a final de cuentas tendrán que salir de la ciudad, reducir el número de elementos en la ciudad gradualmente, ya que su actual encomienda es principalmente responsabilidad de las autoridades locales.

Sobre las amenazas del crimen organizado en su contra, comentó que son una forma de poner a prueba la resistencia sicológica de las autoridades, sin embargo expresó que ninguna de éstas debe ser desestimada y todas deben de ser tomadas con seriedad. Como medidas precautorias nunca está en el mismo lugar a la misma hora, nunca come en restaurantes. Cuando manda a sus hombres a descansar, se encierra en la comandancia y al salir a la calle siempre está acompañado.

Por último dijo a los reporteros haber tomado este trabajo por idealismo: "Cuando entré al Colegio Militar, por cuatro años implantaron en mi cabeza que estaba destinado a transformar el país, a hacer la diferencia y me hicieron creer en esa idea. Entonces entré a la Escuela Superior de Guerra y por otros tres años reforzaron esa idea, me hicieron un egocéntrico, porque me hicieron creer que podía hacer algo tan grande como transformar mi tierra y han pasado 35 años desde entonces y saben que es lo peor, sigo creyéndolo".

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