Las risas de los niños, las charlas amenas de los adultos y el chapotear constante del agua podían oírse a doscientos metros a la redonda.
El sol brillaba con intensidad y el agua café del Río Bravo reflejaba sus destellos, lo que ayudaba a propiciar el ambiente de diversión veraniega que se impregnaba en todos los sentidos de la gente que acudió ayer a refrescarse y pasar un día de campo en la cercanía de las 13 compuertas.
Pero el sol de repente se ocultó tras una amplia y densa nube, y a lo lejos se pudo distinguir un camión de Bomberos que se acercaba al lugar.
Cuatro elementos de la corporación descendieron de la máquina extintora y se dirigieron a los bañistas.
“Traemos estos boletos que les dan entrada gratis a las albercas del Parque Central… además les exhortamos a que ya no se bañen aquí porque puede ser peligroso”, insistió uno de los bomberos.
Al mismo tiempo que el camión rojo llegaba al río, lo hacían otros tres vehículos particulares.
Dos de ellos eran camionetas, adelantaron a los bomberos y descendieron una loma para llegar a la orilla del Bravo, donde una decena de familias tenían sus vehículos estacionados.
No obstante, el tercer automóvil no alcanzó a unirse al grupo, pues antes de descender por el pequeño barranco, los tragahumo lograron intercambiar unas palabras con el conductor, que enseguida puso el automóvil en reversa y luego desapareció por donde había llegado.
Mientras los elementos del Cuerpo observaban la escena, los niños y adolescentes en el agua continuaron con sus juegos.
Gritaban y reían, algunos se salpicaban y otros forcejeaban en forma de juego; también estaban los que preferían situarse a la entrada de la única compuerta abierta para sentarse y disfrutar de la corriente que les pegaba en el pecho.
Por otro lado, los pescadores que acostumbran acudir cada fin de semana siguieron echando sus redes a la corriente.
La mayoría de lo que pescaban no tenía más de 10 centímetros de longitud, pero no aminoraban sus intentos pues sabían que entre las ranas pequeñas y los ocasionales langostinos podía salir algo lo suficientemente grande como para dar de comer a cuatro personas.
"Esta es la primera vez que vengo, me dijeron que aquí se podía pescar muy bien", comentó José Luis, de 34 años, originario de Parral pero residente de Ciudad Juárez desde hace una década.
Sus ropas estaban secas, a diferencia de las de la mayoría de los bañistas y miraba con escepticismo el agua.
"Está un poco sucia ¿no?... pero veo que les encanta. Creo que está bien que la gente se divierta, debería haber más cosas de este tipo en Juárez", opinó.
Unos metros más hacia el oriente se encontraba la familia Chávez Varela, de la colonia Rancho Anapra, quienes disfrutaban de la tarde como la mayoría.
"Lo que deberían hacer, si les interesa la seguridad, es poner vigilancia aquí... mucha gente prefiere esto que ir a las albercas, donde o compras las entradas o compras la comida, así no costea", dijo uno de sus miembros que, a pesar de las insistencias de sus familiares, se rehusó a dar su nombre.
No obstante, al plantearse el hecho de que se les dieran boletos gratis para acudir a un balneario, el hombre siguió poniendo 'peros'.
"Pero, ¿y la gasolina? 200 pesos (...) mejor que nos dijeran les damos 200 pesos de gasolina, les damos las entradas gratis y les damos la comida también, entonces sí vamos... aquí está muy bien, estamos muy a gusto", exclamó.
El capitán de Bomberos informó que todos los días acuden elementos de la corporación a entregar a los visitantes del río boletos gratis para la alberca de olas del Parque Central.
"Les recomendamos que no estén aquí y les damos los boletos, todos los que necesiten para cada uno de sus familiares, unos aceptan, otros no, pero eso ya es decisión de cada quien, aún así no paramos de insistir", dijo.
Puntualizó que ello es parte de la campaña Verano Seguro de la Dirección General de Ecología y Protección Civil, que en el pasado fin de semana entregó más de un centenar de boletos en las 13 compuertas.
El sol brillaba con intensidad y el agua café del Río Bravo reflejaba sus destellos, lo que ayudaba a propiciar el ambiente de diversión veraniega que se impregnaba en todos los sentidos de la gente que acudió ayer a refrescarse y pasar un día de campo en la cercanía de las 13 compuertas.
Pero el sol de repente se ocultó tras una amplia y densa nube, y a lo lejos se pudo distinguir un camión de Bomberos que se acercaba al lugar.
Cuatro elementos de la corporación descendieron de la máquina extintora y se dirigieron a los bañistas.
“Traemos estos boletos que les dan entrada gratis a las albercas del Parque Central… además les exhortamos a que ya no se bañen aquí porque puede ser peligroso”, insistió uno de los bomberos.
Al mismo tiempo que el camión rojo llegaba al río, lo hacían otros tres vehículos particulares.
Dos de ellos eran camionetas, adelantaron a los bomberos y descendieron una loma para llegar a la orilla del Bravo, donde una decena de familias tenían sus vehículos estacionados.
No obstante, el tercer automóvil no alcanzó a unirse al grupo, pues antes de descender por el pequeño barranco, los tragahumo lograron intercambiar unas palabras con el conductor, que enseguida puso el automóvil en reversa y luego desapareció por donde había llegado.
Mientras los elementos del Cuerpo observaban la escena, los niños y adolescentes en el agua continuaron con sus juegos.
Gritaban y reían, algunos se salpicaban y otros forcejeaban en forma de juego; también estaban los que preferían situarse a la entrada de la única compuerta abierta para sentarse y disfrutar de la corriente que les pegaba en el pecho.
Por otro lado, los pescadores que acostumbran acudir cada fin de semana siguieron echando sus redes a la corriente.
La mayoría de lo que pescaban no tenía más de 10 centímetros de longitud, pero no aminoraban sus intentos pues sabían que entre las ranas pequeñas y los ocasionales langostinos podía salir algo lo suficientemente grande como para dar de comer a cuatro personas.
"Esta es la primera vez que vengo, me dijeron que aquí se podía pescar muy bien", comentó José Luis, de 34 años, originario de Parral pero residente de Ciudad Juárez desde hace una década.
Sus ropas estaban secas, a diferencia de las de la mayoría de los bañistas y miraba con escepticismo el agua.
"Está un poco sucia ¿no?... pero veo que les encanta. Creo que está bien que la gente se divierta, debería haber más cosas de este tipo en Juárez", opinó.
Unos metros más hacia el oriente se encontraba la familia Chávez Varela, de la colonia Rancho Anapra, quienes disfrutaban de la tarde como la mayoría.
"Lo que deberían hacer, si les interesa la seguridad, es poner vigilancia aquí... mucha gente prefiere esto que ir a las albercas, donde o compras las entradas o compras la comida, así no costea", dijo uno de sus miembros que, a pesar de las insistencias de sus familiares, se rehusó a dar su nombre.
No obstante, al plantearse el hecho de que se les dieran boletos gratis para acudir a un balneario, el hombre siguió poniendo 'peros'.
"Pero, ¿y la gasolina? 200 pesos (...) mejor que nos dijeran les damos 200 pesos de gasolina, les damos las entradas gratis y les damos la comida también, entonces sí vamos... aquí está muy bien, estamos muy a gusto", exclamó.
El capitán de Bomberos informó que todos los días acuden elementos de la corporación a entregar a los visitantes del río boletos gratis para la alberca de olas del Parque Central.
"Les recomendamos que no estén aquí y les damos los boletos, todos los que necesiten para cada uno de sus familiares, unos aceptan, otros no, pero eso ya es decisión de cada quien, aún así no paramos de insistir", dijo.
Puntualizó que ello es parte de la campaña Verano Seguro de la Dirección General de Ecología y Protección Civil, que en el pasado fin de semana entregó más de un centenar de boletos en las 13 compuertas.
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