Chihuahua, Chihuahua.- "Aliviánese, no esté triste, la vida es para disfrutar", gritaba a unas personas el acarreador de agua, que trabajaba afanoso limpiando una tumba mientras contaba a los presentes su filosofía de la vida, tal vez a la espera de unos cuantos pesos.
Mucha gente acudió el domingo a los panteones de la ciudad, en este caso, el Municipal Uno y el de Dolores tuvieron una gran cantidad de visitantes. El sólo hecho de llegar fue un camino difícil y algo cansado.
La circulación en muchos de los accesos al panteón estaba cerrada, y para llegar era necesario dejar el automóvil a varios cientos de metros del panteón, y de ahí caminar.
En las entradas del panteón, principalmente sobre la calle 16ª, largas líneas de vendedores ambulantes bordeaban ambos sentidos de la calle. Gorditas, tacos y tripitas, entre otros antojitos y, por supuesto las flores, eran la oferta principal para los visitantes, aunque no faltaron también las máscaras de luchadores, juguetes, ropa, herramientas y cuadernos, artículos que tal vez alguien olvidó en su casa y pudiera necesitar para estar presentable con su ser querido. La idea, en resumidas cuentas, sólo es vender; y cómo no se va a aprovechar la situación.
A pesar de la crisis miles de personas visitan el panteón, y no es que la crisis lo impida o tenga que ver en algo, sino el negocio que se hace con los deudos, los cuales deben pagar 25 pesos por el estacionamiento; 10 pesos por balde de agua, 25 por comerse unas tripitas y 10 pesos por el refresco, eso sin llevar a toda la familia, por lo que visitar a los muertitos es toda una odisea, y muy cara.
Después de librar tanto vendedor, por fin, al entrar a los panteones, justo en las entradas principales, seis y nueve policías municipales resguardaban el acceso principal, como también el interior del mismo, repartiéndose los pequeños grupos de uniformados cada cien metros para cuidar el orden y la seguridad de los visitantes.
En el interior del panteón, las tumbas más viejas, sobre todo en el de Dolores, son las que se ubican justo en la entrada principal. Tumbas de 1890 lucen descuidadas o muy dañadas, y parecen haber sido olvidadas por sus seres queridos.
A lo lejos se ven varias tumbas que tienen visita de sus seres queridos. Abuelos, niños, madres y familias enteras se sientan al lado de la tumba con la finalidad de platicar, recordar y volver a vivir sus recuerdos y sentimientos de la historia de vida que compartieron; otros, en cambio, con lágrimas, muy serios, contemplan con tristeza el montículo de tierra, que luce sin lápida, del ser que perdieron en días recientes.
Los que mejor tomaban la situación de dolor, limpiaban alegres la tumba, platicaban, reían y compartían con sus familiares, como si el difunto nunca se hubiera ido.
Sin más razón que el amor, el sol no parecía importar a quienes asistieron a los panteones del sur, que además de disfrutar de la compañía del ser querido, compartieron momentos de alegría y de unión familiar, unidos nuevamente por el ser querido que se fue, pero que está siempre presente en sus vidas con los gratos recuerdos y enseñanzas que les brindó.
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