Chihuahua, Chihuahua.- Después de un proceso de tres meses de elaboración, las cabezas de catrinas hechas con sal y cuerpo de madera, son vestidas con la indumentaria tarahumara que incluye desde el paliacate en la cabeza, los largos y coloridos vestidos y la tradicional canasta tejida con hojas de palma que sostiene esta muñeca artesanal en los brazos.
Una estructura de madera y una cabeza hecha a base de un 90 por ciento de sal, fécula de maíz y harina de trigo dan vida a las catrinas de sal que se exponen en el museo de la Lealtad Republicana "Casa de Juárez", platicó la autora de las artesanías, Judith Vázquez.
La artista platicó que para elaborar estas obras de arte requiere luego de elaborar la masa y darle forma de calavera, tres meses de secado al sol para luego empezar a vestir a las catrinas con el traje típico de cada región, que en este caso se trata de las vestimentas indígenas de Sonora, Sinaloa y Chihuahua.
Cada traje le lleva a la creadora alrededor de un día en hacer porque por ser tan pequeñito no se puede cocer en maquina, todo está hecho a mano y la mayoría de la indumentaria ni siquiera se encuentra en internet, por lo que la réplica es casi exclusiva porque sólo se puede encontrar en la región serrana.
Como ejemplo de la finura con que son hechos estos vestidos, se encuentra el tradicional traje rarámuri que desde la cabeza empieza con un pequeño paliacate color rojo como el usado por las mujeres indígenas de la sierra de Chihuahua, luego la blusa con holanes; la falta al igual que la blusa cuenta con un fino encaje y en los brazos una canastita tejida de palma como las que comúnmente se encuentran en las tiendas de artesanías pero en tamaño normal.
El traje de los hombres rarámuri es un poco más sencillo a diferencia del femenino porque sólo es jorongo largo hecho de manta y una decoración en forma de picos en la costura; un paliacate en la cabeza hecho rollo y otro amarrado del cuello.
Los atuendos de los indígenas Kikapú de Sonora son de los más sorprendentes porque cada pieza tanto de hombre como mujer fue elaborada con gamuza e incluso el penacho utilizado por esta raza fue elaborado con unas pequeñas plumas de colores; el collar no se queda atrás y a pesar de lo diminuto es idéntico a uno de tamaño real.
Una estructura de madera y una cabeza hecha a base de un 90 por ciento de sal, fécula de maíz y harina de trigo dan vida a las catrinas de sal que se exponen en el museo de la Lealtad Republicana "Casa de Juárez", platicó la autora de las artesanías, Judith Vázquez.
La artista platicó que para elaborar estas obras de arte requiere luego de elaborar la masa y darle forma de calavera, tres meses de secado al sol para luego empezar a vestir a las catrinas con el traje típico de cada región, que en este caso se trata de las vestimentas indígenas de Sonora, Sinaloa y Chihuahua.
Cada traje le lleva a la creadora alrededor de un día en hacer porque por ser tan pequeñito no se puede cocer en maquina, todo está hecho a mano y la mayoría de la indumentaria ni siquiera se encuentra en internet, por lo que la réplica es casi exclusiva porque sólo se puede encontrar en la región serrana.
Como ejemplo de la finura con que son hechos estos vestidos, se encuentra el tradicional traje rarámuri que desde la cabeza empieza con un pequeño paliacate color rojo como el usado por las mujeres indígenas de la sierra de Chihuahua, luego la blusa con holanes; la falta al igual que la blusa cuenta con un fino encaje y en los brazos una canastita tejida de palma como las que comúnmente se encuentran en las tiendas de artesanías pero en tamaño normal.
El traje de los hombres rarámuri es un poco más sencillo a diferencia del femenino porque sólo es jorongo largo hecho de manta y una decoración en forma de picos en la costura; un paliacate en la cabeza hecho rollo y otro amarrado del cuello.
Los atuendos de los indígenas Kikapú de Sonora son de los más sorprendentes porque cada pieza tanto de hombre como mujer fue elaborada con gamuza e incluso el penacho utilizado por esta raza fue elaborado con unas pequeñas plumas de colores; el collar no se queda atrás y a pesar de lo diminuto es idéntico a uno de tamaño real.
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