Cd. Juárez, Chihuahua.-Un comando armado ingresó al anochecer al centro de rehabilitación Aliviane, en la colonia Bellavista, agrupó a los internos, los hincó y disparó sobre ellos a la manera de un fusilamiento matando a 17 y lesionando a otros tres, informaron autoridades policiacas.
El establecimiento se ubica a 2 cuadras de la Dirección General de Tránsito.
Esta masacre es la segunda mayor que se registra en Ciudad Juárez, de acuerdo con archivos periodísticos; la anterior ocurrió el 4 de marzo de este año en el interior del Cereso estatal donde 20 internos fueron asesinados durante un motín generado por enfrentamientos entre pandillas.
Los hechos se registraron poco después de las 7 de la tarde en la Casa Centro de Atención Aliviane, AC, ubicada en la calle Uranio, entre el bulevar Bernardo Norzagaray y las calles Violetas y Dalias.
La mayoría de las víctimas son personas que se encontraban internadas para rehabilitarse de su adicción a las drogas, quienes fueron sorprendidas por cuatro hombres encapuchados que portaban armas largas y cortas que ingresaron tras romper las puertas del centro, localizado en una vivienda habilitada como albergue, indican testimonios recabados en el lugar de los hechos.
Los sicarios trasladaron a los internos al pasillo principal del centro, los hincaron y después los fusilaron con ráfagas de metralleta, dijo un alto funcionario de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal al salir de la escena del crimen.
A la agresión sobrevivieron cinco personas, una de las cuales salió del lugar y quedó tirada en la acera frente al centro de rehabilitación donde recibió ayuda, no así dos de los lesionados que fallecieron momentos después sin que alcanzaran siquiera a ser revisados por paramédicos.
Los tres sobrevivientes fueron trasladados fuertemente custodiados por militares y policías federales al Hospital General y a la Clínica 6 del Seguro Social donde uno de ellos falleció, con los que sumaron 17 las víctimas.
De acuerdo con testigos, momentos antes del ataque los internos, varios de ellos integrantes de la pandilla “Azteca”, rezaban e incluso eran acompañados en el exterior del centro por algunas familias que también oraban para pedir por su rehabilitación, quienes al ver el comando armado se retiraron rápidamente a sus viviendas.
“Se escucharon primero dos tiros, como si le hubieran dado primero a alguien, después muchos balazos de metralleta”, dijo una vecina del lugar que prefirió omitir su nombre.
Otro testigo indicó que se escucharon al menos 100 disparos.
Una vecina dijo que por miedo corrió a su casa a refugiarse y no alcanzó a percibir las características de los vehículos que tripulaban los agresores.
“Yo estaba rezando en la esquina, mejor corrí”, manifestó todavía con el horror presente en su rostro.
Tras el ataque, al menos un centenar de militares, policías municipales, agentes federales, incluyendo de la Procuraduría General de la República (PGR) acudieron al lugar de los hechos, acordonaron la zona y minutos después montaron un operativo que cercó sin resultados la zona Centro de la ciudad.
Con este atentado suman cinco los ataques sangrientos a centros de rehabilitación desde agosto del año pasado, cuyos móviles son atribuidos al narcomenudeo y a la utilización de estos lugares por parte de “puchadores” para refugiarse cuando se ven en peligro o para disfrazar sus actividades.
Fuentes al interior de la Subprocuraduría de Justicia en la Zona Norte indicaron anteriormente que es común que los vendedores de estupefacientes al menudeo cuando sienten el riesgo se refugien en estos sitios con el pretexto de que buscan rehabilitación; sin embargo, sólo tratan de camuflar su actividad ilícita.
Dijeron que las investigaciones sobre las agresiones contra los Centros de Integración de Alcohólicos y Drogadictos (CIAD) el año pasado, que arrojaron un saldo de 10 asesinados en dos eventos distintos, estuvieron relacionadas con la operación de grupos de “puchadores”.
Este año hubo dos ataques previos, uno de ellos ocurrió la noche del sábado 6 de junio en perjuicio del sitio conocido como “Doceava Tradición”, donde un interno resultó herido por arma de fuego y murió en el Hospital General cuando recibía atención médica.
Antes, el domingo 31 de mayo, cinco hombres fueron asesinados en el centro de rehabilitación “La vida sin adicciones”.
Los hechos se registraron alrededor de las 10 y media de la noche en las instalaciones ubicadas en las calles Ignacio de la Torre y Juan José Méndez de la colonia Monterrey.
Con las víctimas de anoche, el día culminó con 21 asesinatos por lo que suman mil 485 las personas que han perdido la vida este año en hechos de sangre.
La mayor masacre, en el Cereso estatal
Antes de los asesinatos de anoche, la más grande masacre ocurrida en esta frontera se registró el 4 de marzo de este años en el penal estatal, donde murieron 20 internos.
Los asesinatos, de acuerdo con fuentes al interior de la penitenciaría, se cometieron por consigna ya que los reos agresores contaban con una lista de los presos a los que debían matar.
Otra versión indica que otros internos miembros de la pandilla “Azteca” iban señalando a quienes debían ser aniquilados, por lo que la vida de muchos otros reos fue respetada en el proceso.
Algunos internos fueron privados de la vida con instrumentos contundentes, pues los atacantes arrancaron tubos, además usaron palos y piedras, así como un arma hechiza, indicó.
El establecimiento se ubica a 2 cuadras de la Dirección General de Tránsito.
Esta masacre es la segunda mayor que se registra en Ciudad Juárez, de acuerdo con archivos periodísticos; la anterior ocurrió el 4 de marzo de este año en el interior del Cereso estatal donde 20 internos fueron asesinados durante un motín generado por enfrentamientos entre pandillas.
Los hechos se registraron poco después de las 7 de la tarde en la Casa Centro de Atención Aliviane, AC, ubicada en la calle Uranio, entre el bulevar Bernardo Norzagaray y las calles Violetas y Dalias.
La mayoría de las víctimas son personas que se encontraban internadas para rehabilitarse de su adicción a las drogas, quienes fueron sorprendidas por cuatro hombres encapuchados que portaban armas largas y cortas que ingresaron tras romper las puertas del centro, localizado en una vivienda habilitada como albergue, indican testimonios recabados en el lugar de los hechos.
Los sicarios trasladaron a los internos al pasillo principal del centro, los hincaron y después los fusilaron con ráfagas de metralleta, dijo un alto funcionario de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal al salir de la escena del crimen.
A la agresión sobrevivieron cinco personas, una de las cuales salió del lugar y quedó tirada en la acera frente al centro de rehabilitación donde recibió ayuda, no así dos de los lesionados que fallecieron momentos después sin que alcanzaran siquiera a ser revisados por paramédicos.
Los tres sobrevivientes fueron trasladados fuertemente custodiados por militares y policías federales al Hospital General y a la Clínica 6 del Seguro Social donde uno de ellos falleció, con los que sumaron 17 las víctimas.
De acuerdo con testigos, momentos antes del ataque los internos, varios de ellos integrantes de la pandilla “Azteca”, rezaban e incluso eran acompañados en el exterior del centro por algunas familias que también oraban para pedir por su rehabilitación, quienes al ver el comando armado se retiraron rápidamente a sus viviendas.
“Se escucharon primero dos tiros, como si le hubieran dado primero a alguien, después muchos balazos de metralleta”, dijo una vecina del lugar que prefirió omitir su nombre.
Otro testigo indicó que se escucharon al menos 100 disparos.
Una vecina dijo que por miedo corrió a su casa a refugiarse y no alcanzó a percibir las características de los vehículos que tripulaban los agresores.
“Yo estaba rezando en la esquina, mejor corrí”, manifestó todavía con el horror presente en su rostro.
Tras el ataque, al menos un centenar de militares, policías municipales, agentes federales, incluyendo de la Procuraduría General de la República (PGR) acudieron al lugar de los hechos, acordonaron la zona y minutos después montaron un operativo que cercó sin resultados la zona Centro de la ciudad.
Con este atentado suman cinco los ataques sangrientos a centros de rehabilitación desde agosto del año pasado, cuyos móviles son atribuidos al narcomenudeo y a la utilización de estos lugares por parte de “puchadores” para refugiarse cuando se ven en peligro o para disfrazar sus actividades.
Fuentes al interior de la Subprocuraduría de Justicia en la Zona Norte indicaron anteriormente que es común que los vendedores de estupefacientes al menudeo cuando sienten el riesgo se refugien en estos sitios con el pretexto de que buscan rehabilitación; sin embargo, sólo tratan de camuflar su actividad ilícita.
Dijeron que las investigaciones sobre las agresiones contra los Centros de Integración de Alcohólicos y Drogadictos (CIAD) el año pasado, que arrojaron un saldo de 10 asesinados en dos eventos distintos, estuvieron relacionadas con la operación de grupos de “puchadores”.
Este año hubo dos ataques previos, uno de ellos ocurrió la noche del sábado 6 de junio en perjuicio del sitio conocido como “Doceava Tradición”, donde un interno resultó herido por arma de fuego y murió en el Hospital General cuando recibía atención médica.
Antes, el domingo 31 de mayo, cinco hombres fueron asesinados en el centro de rehabilitación “La vida sin adicciones”.
Los hechos se registraron alrededor de las 10 y media de la noche en las instalaciones ubicadas en las calles Ignacio de la Torre y Juan José Méndez de la colonia Monterrey.
Con las víctimas de anoche, el día culminó con 21 asesinatos por lo que suman mil 485 las personas que han perdido la vida este año en hechos de sangre.
La mayor masacre, en el Cereso estatal
Antes de los asesinatos de anoche, la más grande masacre ocurrida en esta frontera se registró el 4 de marzo de este años en el penal estatal, donde murieron 20 internos.
Los asesinatos, de acuerdo con fuentes al interior de la penitenciaría, se cometieron por consigna ya que los reos agresores contaban con una lista de los presos a los que debían matar.
Otra versión indica que otros internos miembros de la pandilla “Azteca” iban señalando a quienes debían ser aniquilados, por lo que la vida de muchos otros reos fue respetada en el proceso.
Algunos internos fueron privados de la vida con instrumentos contundentes, pues los atacantes arrancaron tubos, además usaron palos y piedras, así como un arma hechiza, indicó.
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