El fuego arrasó con la madera y los empleos de al menos una decena de trabajadores de la carpintería ubicada en la calle Ingenieros de la colonia Infonavit Fidel Velázquez.
Mientras observaban las llamaradas los trabajadores se cuestionaban qué iba a pasar, qué van a hacer, ¿perderían sus empleos?
El lunes fue un mal inicio de semana para los obreros que observaron cómo las llamas destruían todo a su paso, incluido el esfuerzo de su trabajo, pues varias cocinas integrales que ayer iban a entregar a temprana hora, quedaron totalmente calcinadas.
Uno de los carpinteros pasó gran rato con el extinguidor en las manos, otro aventaba agua con una cubeta de plástico; ambos se sentían impotentes ante la rapidez de las llamas.
Pese al esfuerzo no lograron controlar el fuego que se extendió entre la madera de pino y destruyó maquinaria, muebles y estantes.
Las causas del siniestro aún se desconocen, será hasta que concluya la investigación que realiza el Departamento de Bomberos cuando se establezcan los motivos de la conflagración.
Por los datos recabados en el lugar de los hechos, se conoció que la carpintería sufrió pérdidas económicas totales y el propietario desconoce si continuarán operando.
El incendio inició poco después de las 9:30 de la mañana. Las primeras fumarolas alertaron a los usuarios de una estación de servicio ubicada en la calle Arizona que cargaban gasolina y se preguntaban si el fuego llegaría hasta los tanques de la gasolinera.
Los trabajadores del negocio contiguo de lavado de autos corrieron para ubicar la procedencia de las llamas y se percataron que éstas salían de la carpintería situada a menos de 500 metros.
De inmediato los vecinos se comunicaron al Centro de Respuesta Inmediata 066 y pidieron la presencia de los bomberos. Eran cerca de las 09:50 horas.
En la calle Ingenieros los vecinos salían alarmados de sus casas al observar las primeras columnas de humo.
En la finca número 8053 el portón negro sólo tenía una puerta abierta y a través de ella se observaba el fuego extendiéndose entre los muebles de madera y la maquinaria.
Los trabajadores corrían de un lado para otro. Sólo tenían un extinguidor y no fue suficiente.
“No sabemos qué pasó. Hoy abrimos temprano, teníamos varias entregas”, dijo un trabajador.
Otro entraba y salía de una finca contigua. El negocio está establecido en tres locales: uno funcionaba como almacén de la madera, otro era el centro de trabajo y el tercero contenía la pintura, barniz y solventes químicos que utilizan en la fabricación de los muebles.
El siniestro ocurrió precisamente en el local intermedio donde estaban algunas cocinetas integrales que iban a entregar; también se encontraban las máquinas y herramientas, hasta el desayuno de los empleados.
Para las 10 de la mañana las llamaradas alcanzaban varios metros de altura. Las columnas de humo se observaban a gran distancia y el riesgo aumentaba.
Algunas familias vecinas decidieron salirse de sus hogares y trasladarse a otro sitio. “Me llevo a mis hijos y a mi mamá, ya le llamamos a los bomberos pero no llegan”, dijo angustiada una ama de casa.
La mujer expuso que su madre padece de asma y el humo la estaba afectando mucho.
Los vecinos tenían miedo de que las llamas alcanzaran otras viviendas y se desesperaban ante la ausencia de los ‘tragahumo’.
A las 10:08 llegó la tripulación de la primera máquina extinguidora y segundos después otra más.
De inmediato uno de los bomberos entró al taller en llamas y de rodillas dirigió la manguera hacia el fuego hasta extinguirlo.
En cuestión de minutos los bomberos controlaron la situación y sofocaron el fuego. El peligro había pasado.
En la esquina contigua los trabajadores miraban el trabajo de los bomberos y en silencio se preguntaban qué pasaría con su empleo.
Mientras observaban las llamaradas los trabajadores se cuestionaban qué iba a pasar, qué van a hacer, ¿perderían sus empleos?
El lunes fue un mal inicio de semana para los obreros que observaron cómo las llamas destruían todo a su paso, incluido el esfuerzo de su trabajo, pues varias cocinas integrales que ayer iban a entregar a temprana hora, quedaron totalmente calcinadas.
Uno de los carpinteros pasó gran rato con el extinguidor en las manos, otro aventaba agua con una cubeta de plástico; ambos se sentían impotentes ante la rapidez de las llamas.
Pese al esfuerzo no lograron controlar el fuego que se extendió entre la madera de pino y destruyó maquinaria, muebles y estantes.
Las causas del siniestro aún se desconocen, será hasta que concluya la investigación que realiza el Departamento de Bomberos cuando se establezcan los motivos de la conflagración.
Por los datos recabados en el lugar de los hechos, se conoció que la carpintería sufrió pérdidas económicas totales y el propietario desconoce si continuarán operando.
El incendio inició poco después de las 9:30 de la mañana. Las primeras fumarolas alertaron a los usuarios de una estación de servicio ubicada en la calle Arizona que cargaban gasolina y se preguntaban si el fuego llegaría hasta los tanques de la gasolinera.
Los trabajadores del negocio contiguo de lavado de autos corrieron para ubicar la procedencia de las llamas y se percataron que éstas salían de la carpintería situada a menos de 500 metros.
De inmediato los vecinos se comunicaron al Centro de Respuesta Inmediata 066 y pidieron la presencia de los bomberos. Eran cerca de las 09:50 horas.
En la calle Ingenieros los vecinos salían alarmados de sus casas al observar las primeras columnas de humo.
En la finca número 8053 el portón negro sólo tenía una puerta abierta y a través de ella se observaba el fuego extendiéndose entre los muebles de madera y la maquinaria.
Los trabajadores corrían de un lado para otro. Sólo tenían un extinguidor y no fue suficiente.
“No sabemos qué pasó. Hoy abrimos temprano, teníamos varias entregas”, dijo un trabajador.
Otro entraba y salía de una finca contigua. El negocio está establecido en tres locales: uno funcionaba como almacén de la madera, otro era el centro de trabajo y el tercero contenía la pintura, barniz y solventes químicos que utilizan en la fabricación de los muebles.
El siniestro ocurrió precisamente en el local intermedio donde estaban algunas cocinetas integrales que iban a entregar; también se encontraban las máquinas y herramientas, hasta el desayuno de los empleados.
Para las 10 de la mañana las llamaradas alcanzaban varios metros de altura. Las columnas de humo se observaban a gran distancia y el riesgo aumentaba.
Algunas familias vecinas decidieron salirse de sus hogares y trasladarse a otro sitio. “Me llevo a mis hijos y a mi mamá, ya le llamamos a los bomberos pero no llegan”, dijo angustiada una ama de casa.
La mujer expuso que su madre padece de asma y el humo la estaba afectando mucho.
Los vecinos tenían miedo de que las llamas alcanzaran otras viviendas y se desesperaban ante la ausencia de los ‘tragahumo’.
A las 10:08 llegó la tripulación de la primera máquina extinguidora y segundos después otra más.
De inmediato uno de los bomberos entró al taller en llamas y de rodillas dirigió la manguera hacia el fuego hasta extinguirlo.
En cuestión de minutos los bomberos controlaron la situación y sofocaron el fuego. El peligro había pasado.
En la esquina contigua los trabajadores miraban el trabajo de los bomberos y en silencio se preguntaban qué pasaría con su empleo.
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