En México persisten dificultades jurídicas, de servicios públicos y culturales que no han permitido moldear la vida colectiva a la cada vez mayor participación de la mujer, reconoce la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS).
Precisa que mientras en 1970 las mujeres representaban el 17.6% de la población económicamente activa, actualmente es del 38.2%, lo que significa que se ha triplicado la proporción de los hogares con jefatura femenina.
La dependencia señala que ellas destinan hasta cinco veces más tiempo a las labores domésticas que los hombres y explica que esto ocurre porque ellas participan mucho más en el mercado laboral.
Información proporcionada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) expone que la tasa de participación laboral femenina alcanzó un 45%, llegando a un 55% para aquellas que tienen entre 25 y 34 años.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dice que “las mujeres participan masivamente de un mundo laboral que en las últimas dos décadas ha sido fuertemente transformado. Pero si en la vida laboral predominan los cambios, en el ámbito familiar los cuidados y el trabajo doméstico constituyen una fuente de desigualdad”.
De acuerdo a un estudio de la ONU que da a conocer la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los costos monetarios asociados a la contratación de una mujer son reducidos para el empleador. Representan menos del 2 por ciento de la remuneración bruta mensual en América Latina y el Caribe, variando de un 0.2 por ciento en México a un 1.8 por ciento en Chile.
El informe Trabajo y Familia: Hacia nuevas formas de conciliación con corresponsabilidad social, destaca que diversos prejuicios asociados a la división sexual del trabajo y el rol tradicional de la mujer al interior de la familia, contribuyen a explicar la desigualdad de remuneraciones por género, como el que ellas son económicamente dependientes, que las ocupaciones en el ámbito del cuidado tienen menor valor y que las féminas están subordinadas a los hombres.
Precisa que mientras en 1970 las mujeres representaban el 17.6% de la población económicamente activa, actualmente es del 38.2%, lo que significa que se ha triplicado la proporción de los hogares con jefatura femenina.
La dependencia señala que ellas destinan hasta cinco veces más tiempo a las labores domésticas que los hombres y explica que esto ocurre porque ellas participan mucho más en el mercado laboral.
Información proporcionada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) expone que la tasa de participación laboral femenina alcanzó un 45%, llegando a un 55% para aquellas que tienen entre 25 y 34 años.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dice que “las mujeres participan masivamente de un mundo laboral que en las últimas dos décadas ha sido fuertemente transformado. Pero si en la vida laboral predominan los cambios, en el ámbito familiar los cuidados y el trabajo doméstico constituyen una fuente de desigualdad”.
De acuerdo a un estudio de la ONU que da a conocer la Organización Internacional del Trabajo (OIT), los costos monetarios asociados a la contratación de una mujer son reducidos para el empleador. Representan menos del 2 por ciento de la remuneración bruta mensual en América Latina y el Caribe, variando de un 0.2 por ciento en México a un 1.8 por ciento en Chile.
El informe Trabajo y Familia: Hacia nuevas formas de conciliación con corresponsabilidad social, destaca que diversos prejuicios asociados a la división sexual del trabajo y el rol tradicional de la mujer al interior de la familia, contribuyen a explicar la desigualdad de remuneraciones por género, como el que ellas son económicamente dependientes, que las ocupaciones en el ámbito del cuidado tienen menor valor y que las féminas están subordinadas a los hombres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario