EL HERALDO
Batopilas, Chih.- Cerca de 10 mil 500 árboles de mango, naranjas y mandarina y, sobre todo de aguacate (4 mil 500), han sido plantados por indígenas tarahumaras ante la falta de cosechas como maíz y frijol, que la sequía hizo imposible sembrar, con apoyos oficiales como mangueras, sistemas de riego y fertilizante orgánico.
En total están sembrando en las comunidades indígenas (Rojárarare, Guachochi, y Bakuseachi, Batopilas) cerca de diez mil 500 árboles de aguacate, mango y cítricos, informó el ingeniero Reginaldo Loya, integrante del programa de huertos frutícolas en las barrancas subtropicales, dependiente de Desarrollo Rural del Gobierno del Estado.
No sólo los serranos que antes sembraban mariguana y hoy aguacates y cítricos, ahora también los indígenas y mestizos pobres de estas dos lejanas y escabrosas comunidades de la Sierra Tarahumara se integraron al programa frutícola implementado por Desarrollo Rural del Gobierno del Estado para aprovechar el poco terreno cultivable que hay en las barrancas, toda vez que nunca "antes volteaban a ver a la Sierra", por ello "es bueno que se fijaron para poner huertos frutícolas", manifestó el alcalde de Batopilas, Leonel Hernández Vega.
En Rojárarare (Encinal, en rarámuri) del ejido de Santa Anita, Guachochi, se plantaron mil 600 árboles de aguacate y otros quinientos de frutales en dos terrenos con una extensión de cuatro hectáreas ubicadas en el fondo de una barranca por donde serpentea el río San Pedro y a lo largo de la ribera; ahí hay decenas de casas-cuevas, algunas con dibujos rupestres antiguos, donde viven en condiciones de extrema pobreza cientos de rarámuris que no han recibido ningún apoyo oficial. "Aquí no hay comida, ni escuelas, ni Pronasol, ni Oportunidades", manifestó Ricardo Valdez González, campesino de 56 años, en la reunión del pasado 28 de enero.
"Estamos agradecidos con el gobernador del estado, César Duarte, por los apoyos alternativos que nos han traído hasta acá para dejar de sembrar mariguana", manifestó a su vez Martín Portillo, al mostrar a los funcionarios los avances de las plantaciones de aguacate hace 4 meses, tras bajar en burros los árboles y los materiales desde rancho Moreno, distante a dos horas río arriba, sobre una empinada montaña.
Respecto a la comunidad de Bakuseachi, lugar de Otates en rarámuri, del ejido de Munérachi, Batopilas, están plantando 2 mil 500 árboles de cítricos, de los cuales mil 250 son de aguacate, en un terreno pedregoso del indígena, músico y fabricante de violines, Ramón Figueroa, además de que se beneficiarán otros 30 indígenas de esta comunidad indígena ubicada a un costado de la carretera Batopilas-Kírare. Aparte de Ramón Figueroa, trabajan plantando y desmontando el terreno, Alfonso López Figueroa, Candelario Nava Kuchápare y Martín Figueroa Pérez.
En relación a Mesa de la Yerbabuena, Batopilas, se van a plantar dos mil árboles de aguacate y 4 mil de mangos, naranjas y mandarinas, informó Reginaldo Loya, añadiendo que ya están los materiales y los árboles en la comunidad. Los cultivos, dijo, se realizan de acuerdo al clima propicio como el de las barrancas, escarbar el suelo con una profundidad de 70 por 70 centímetros, limpiar el terreno y el riego por aspersión, agua extraída de los manantiales de los cerros altos para que en el segundo año haya aguacates para autoconsumo y al tercero listos para comercializar, acotó.
En este sentido, el alcalde de Batopilas, Leonel Hernández Vega, manifestó que se debe aprovechar el poco espacio en los terrenos de las barrancas para plantar árboles, como se están realizando en Bakuseachi, Yerbabuena, Wimaybo y San José de Valenzuela.
"Qué bueno que se fijaron en esta región olvidada, porque nunca antes volteaban a ver a la Sierra Tarahumara con proyectos alternativos de trabajo", apreció el presidente municipal del segundo municipio considerado a nivel nacional como el más marginado y con alto grado de desnutrición.
La gente serrana ya se dio cuenta que están plantando árboles de aguacate en varios municipios de la Sierra, resaltó Hernández Vega, y ahora todos quieren el programa frutícola en varias comunidades, como San Ignacio Batopilas, por ello se tiene que apoyar el programa implementado por Desarrollo Rural.
Se debe dar oportunidad a los serranos que quieren trabajar la tierra, ya sean 3, 4 o 5 gentes para sacar financiamiento para el autoconsumo y la comercialización de los frutos. Respecto a los indígenas, el edil serrano que atiende a la gente en la plaza dijo que "casi no me estoy en la oficina", que trabajan en colectivo, por ello es más fácil trabajar juntos, como es su cultura ancestral.
Es un parteaguas el programa frutícola en la región, ya que se tenían en lista varias comunidades que al saber de las plantaciones solicitaron se les tomara en cuenta para ser beneficiadas con dicho apoyo, señaló el alcalde serrano.
Oportunidades no ha llegado a Batopilas
Por otra parte, el edil de Batopilas (Río encajonado o encerrado, en rarámuri) expresó que el programa de Oportunidades no ha llegado a su municipio. Los apoyos emergentes de Sedesol sólo han llegado a Yokibo, a los albergues, pero piden demasiados requisitos: que esté toda la familia completa, la credencial de elector, la CURP y acta de nacimiento y muchos indígenas no tienen esos documentos oficiales como en Rojárare, para entregarles una cajita de despensa con sólo 2 kilos de fríjol, uno de maíz, pastas y una bolsa de leche en polvo.
Al municipio más marginado a nivel nacional no ha llegado el programa de Empleo Temporal, explicó Leonel Hernández, y ante la urgencia de apoyos alimenticios logró conseguir apoyos en Estados Unidos y Casas Grandes. A través de una colecta económica compraron 10 toneladas de maíz y 5 toneladas de sal que se entregaron a través de Pilar Pederson, de Alpine, Texas, en Munérachi y Kollasike, comunidades indígenas a las que no han llegado los apoyos alimentarios emergentes, concluyó.
En total están sembrando en las comunidades indígenas (Rojárarare, Guachochi, y Bakuseachi, Batopilas) cerca de diez mil 500 árboles de aguacate, mango y cítricos, informó el ingeniero Reginaldo Loya, integrante del programa de huertos frutícolas en las barrancas subtropicales, dependiente de Desarrollo Rural del Gobierno del Estado.
No sólo los serranos que antes sembraban mariguana y hoy aguacates y cítricos, ahora también los indígenas y mestizos pobres de estas dos lejanas y escabrosas comunidades de la Sierra Tarahumara se integraron al programa frutícola implementado por Desarrollo Rural del Gobierno del Estado para aprovechar el poco terreno cultivable que hay en las barrancas, toda vez que nunca "antes volteaban a ver a la Sierra", por ello "es bueno que se fijaron para poner huertos frutícolas", manifestó el alcalde de Batopilas, Leonel Hernández Vega.
En Rojárarare (Encinal, en rarámuri) del ejido de Santa Anita, Guachochi, se plantaron mil 600 árboles de aguacate y otros quinientos de frutales en dos terrenos con una extensión de cuatro hectáreas ubicadas en el fondo de una barranca por donde serpentea el río San Pedro y a lo largo de la ribera; ahí hay decenas de casas-cuevas, algunas con dibujos rupestres antiguos, donde viven en condiciones de extrema pobreza cientos de rarámuris que no han recibido ningún apoyo oficial. "Aquí no hay comida, ni escuelas, ni Pronasol, ni Oportunidades", manifestó Ricardo Valdez González, campesino de 56 años, en la reunión del pasado 28 de enero.
"Estamos agradecidos con el gobernador del estado, César Duarte, por los apoyos alternativos que nos han traído hasta acá para dejar de sembrar mariguana", manifestó a su vez Martín Portillo, al mostrar a los funcionarios los avances de las plantaciones de aguacate hace 4 meses, tras bajar en burros los árboles y los materiales desde rancho Moreno, distante a dos horas río arriba, sobre una empinada montaña.
Respecto a la comunidad de Bakuseachi, lugar de Otates en rarámuri, del ejido de Munérachi, Batopilas, están plantando 2 mil 500 árboles de cítricos, de los cuales mil 250 son de aguacate, en un terreno pedregoso del indígena, músico y fabricante de violines, Ramón Figueroa, además de que se beneficiarán otros 30 indígenas de esta comunidad indígena ubicada a un costado de la carretera Batopilas-Kírare. Aparte de Ramón Figueroa, trabajan plantando y desmontando el terreno, Alfonso López Figueroa, Candelario Nava Kuchápare y Martín Figueroa Pérez.
En relación a Mesa de la Yerbabuena, Batopilas, se van a plantar dos mil árboles de aguacate y 4 mil de mangos, naranjas y mandarinas, informó Reginaldo Loya, añadiendo que ya están los materiales y los árboles en la comunidad. Los cultivos, dijo, se realizan de acuerdo al clima propicio como el de las barrancas, escarbar el suelo con una profundidad de 70 por 70 centímetros, limpiar el terreno y el riego por aspersión, agua extraída de los manantiales de los cerros altos para que en el segundo año haya aguacates para autoconsumo y al tercero listos para comercializar, acotó.
En este sentido, el alcalde de Batopilas, Leonel Hernández Vega, manifestó que se debe aprovechar el poco espacio en los terrenos de las barrancas para plantar árboles, como se están realizando en Bakuseachi, Yerbabuena, Wimaybo y San José de Valenzuela.
"Qué bueno que se fijaron en esta región olvidada, porque nunca antes volteaban a ver a la Sierra Tarahumara con proyectos alternativos de trabajo", apreció el presidente municipal del segundo municipio considerado a nivel nacional como el más marginado y con alto grado de desnutrición.
La gente serrana ya se dio cuenta que están plantando árboles de aguacate en varios municipios de la Sierra, resaltó Hernández Vega, y ahora todos quieren el programa frutícola en varias comunidades, como San Ignacio Batopilas, por ello se tiene que apoyar el programa implementado por Desarrollo Rural.
Se debe dar oportunidad a los serranos que quieren trabajar la tierra, ya sean 3, 4 o 5 gentes para sacar financiamiento para el autoconsumo y la comercialización de los frutos. Respecto a los indígenas, el edil serrano que atiende a la gente en la plaza dijo que "casi no me estoy en la oficina", que trabajan en colectivo, por ello es más fácil trabajar juntos, como es su cultura ancestral.
Es un parteaguas el programa frutícola en la región, ya que se tenían en lista varias comunidades que al saber de las plantaciones solicitaron se les tomara en cuenta para ser beneficiadas con dicho apoyo, señaló el alcalde serrano.
Oportunidades no ha llegado a Batopilas
Por otra parte, el edil de Batopilas (Río encajonado o encerrado, en rarámuri) expresó que el programa de Oportunidades no ha llegado a su municipio. Los apoyos emergentes de Sedesol sólo han llegado a Yokibo, a los albergues, pero piden demasiados requisitos: que esté toda la familia completa, la credencial de elector, la CURP y acta de nacimiento y muchos indígenas no tienen esos documentos oficiales como en Rojárare, para entregarles una cajita de despensa con sólo 2 kilos de fríjol, uno de maíz, pastas y una bolsa de leche en polvo.
Al municipio más marginado a nivel nacional no ha llegado el programa de Empleo Temporal, explicó Leonel Hernández, y ante la urgencia de apoyos alimenticios logró conseguir apoyos en Estados Unidos y Casas Grandes. A través de una colecta económica compraron 10 toneladas de maíz y 5 toneladas de sal que se entregaron a través de Pilar Pederson, de Alpine, Texas, en Munérachi y Kollasike, comunidades indígenas a las que no han llegado los apoyos alimentarios emergentes, concluyó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario