sábado, 29 de enero de 2011

Acaban álamos en Rosales



EL HERALDO

ROSALES, Chih.- A veinte años de la primera denuncia presentada en relación a la tala inmoderada de árboles en el municipio de Rosales, el destrozo ecológico prevalece con el derribo de decenas de álamos cuya madera se está comercializando en el mercado negro conforme a lo señalado por el Frente Campesino de Chihuahua.

Y es que a pesar de los constantes señalamientos a la autoridad, ayer fue posible captar el momento en que un grupo de personas, a plena luz del día, derribó una fila de álamos para venderlos como leña a los hornos chipotleros que están proliferando en la región.Indicaron los taladores que tenían el permiso de las autoridades municipales para cortar los árboles que estaban en su propiedad, toda vez que su intención es ampliar el área de cultivo para sacarle más provecho a la tierra que poseen en calidad de ejidatarios de Bachimba.

Aseveraron que a cambio de la autorización para tumbar los árboles, se comprometieron a sembrar veinte más, aunque sin responder en el supuesto de que las chivas se coman las plantas que depositarían en el suelo.Al respecto autoridades ejidales señalaron que, en efecto, a los ejidatarios se les permitió derribar tres árboles."El problema es que ya han derribado trece", afirmó la presidenta seccional Graciela Robles.

Ésta señaló que el ejidatario Antonio Coronado Jaramillo acudió a su oficina para solicitar el permiso, mismo que le fue negado y que buscaron luego en el ayuntamiento: obteniendo una respuesta favorable del ingeniero Javier Segovia, identificad como titular de Desarrollo Urbano de Rosales."Se nos hizo muy extraño porque el mismo alcalde ha cancelado los permisos para podas", refirió la presidenta.

Declaró que por ese motivo recurrieron a las autoridades para detener la depredación que se está presentando en la comunidad de Barranco Blanco.Al respecto el Frente Campesino de Chihuahua refirió que el problema es añejo aunque presentándose ahora de manera distinta a años pasados, cuando aprovechando la clandestinidad los taladores llegaban por las noches a dañar el entorno natural.Ahora ya no se interrumpe el sueño con zumbido de las motosierras y el crujir de los troncos al quebrarse para caer sobre la tierra, literalmente haciendo leña del árbol caído.

"Todo lo hacían bien rápido. Tumbaban el árbol, cortaban algunos pedazos e inmediatamente viene una troca para llevarse la madera", refirió uno de los pobladores, añadiendo que la situación es conocida por todos, pero que pocos querían denunciar.

Sin embargo lo observado ayer señala que los ejidatarios han decidido renunciar a sus árboles para entregarlos a la quema de los hornos chipotleros que todavía se resisten a utilizar equipos de gas licuado de propano para la fabricación de sus productos.

"Así hemos vivido veinte años, pues el problema comenzó cuando las autoridades empezaron a tumbar árboles para construir los canales de riego, argumentando que las raíces dañarían el concreto; luego aparecieron los taladores que reúnen la leña para la quema del chile", dijo el poblador.

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