EL HERALDO
BACUSEACHI, Carichí.- Cesáreo Reyes Nevárez, indígena que se ha convertido en maestro en la comunidad de Bacuseachi, es perseguido por las autoridades municipales por enseñarles a los niños el idioma español.
El secretario del Ayuntamiento, Antonio Quiñónez, lo ha amenazado con mandarlo a la cárcel si continúa enseñándoles a los niños a leer y escribir.
Cesáreo y su esposa María Elena no reciben sueldo alguno; ellos les enseñan a los niños lo que saben y, aunque la educación no es un delito, para las autoridades municipales sí se ha convertido en una incomodidad, por ello Cesáreo es perseguido por enseñar sin ser maestro.
Cesáreo aprendió a leer y escribir de manera autodidacta. "Nosotros no estamos muy capacitados, les enseñamos lo que podemos de letras y números".
Este indígena aceptó capacitar a los niños de su comunidad al ver los beneficios que les trae el saber hablar un poco de español. "Sólo busco que nuestros niños puedan aprender algo y puedan defender lo que les pertenece".
El secretario del Ayuntamiento ha emprendido una persecución en su contra, al grado que unos policías acudieron a la comunidad para advertirle que sería detenido si continuaba enseñándoles, ya que estaba fuera de la ley, situación de la que ya tiene conocimiento la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que velará porque los derechos de Cesáreo no sean violentados.
Cesáreo y su esposa María Elena siguen sus usos y costumbres, pues se trata de que los rarámuris no pierdan sus tradiciones en el proceso de aprender español. La comunidad los autorizó a que ellos fueran los maestros, ya que desean que sus hijos aprendan a leer y escribir en rarámuri y en español.
Este sitio está invadido por los mestizos y para los tarahumaras se ha convertido en una necesidad aprender español, sobre todo para que no los acosen o quieran explotarlos.
Cesáreo está decidido y continuará con su función de maestro enseñando a los niños y niñas tarahumaras.
El secretario del Ayuntamiento, Antonio Quiñónez, lo ha amenazado con mandarlo a la cárcel si continúa enseñándoles a los niños a leer y escribir.
Cesáreo y su esposa María Elena no reciben sueldo alguno; ellos les enseñan a los niños lo que saben y, aunque la educación no es un delito, para las autoridades municipales sí se ha convertido en una incomodidad, por ello Cesáreo es perseguido por enseñar sin ser maestro.
Cesáreo aprendió a leer y escribir de manera autodidacta. "Nosotros no estamos muy capacitados, les enseñamos lo que podemos de letras y números".
Este indígena aceptó capacitar a los niños de su comunidad al ver los beneficios que les trae el saber hablar un poco de español. "Sólo busco que nuestros niños puedan aprender algo y puedan defender lo que les pertenece".
El secretario del Ayuntamiento ha emprendido una persecución en su contra, al grado que unos policías acudieron a la comunidad para advertirle que sería detenido si continuaba enseñándoles, ya que estaba fuera de la ley, situación de la que ya tiene conocimiento la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que velará porque los derechos de Cesáreo no sean violentados.
Cesáreo y su esposa María Elena siguen sus usos y costumbres, pues se trata de que los rarámuris no pierdan sus tradiciones en el proceso de aprender español. La comunidad los autorizó a que ellos fueran los maestros, ya que desean que sus hijos aprendan a leer y escribir en rarámuri y en español.
Este sitio está invadido por los mestizos y para los tarahumaras se ha convertido en una necesidad aprender español, sobre todo para que no los acosen o quieran explotarlos.
Cesáreo está decidido y continuará con su función de maestro enseñando a los niños y niñas tarahumaras.
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