EL HERALDO
Chihuahua, Chihuahua.- Con marros, barras y martillos los empleados de Servicios Públicos Municipales derribaron las chozas de los habitantes del asentamiento Los Camilos.
Desde temprana hora, empleados de los gobiernos Municipal y Estatal arribaron a la calle 40 y Ochoa para cumplir con la encomienda de trasladarlos a un asentamiento con mejores condiciones de vida.
En total son 14 personas que integran las 3 familias que serán reubicadas; el gobernador indígena Pancho Reyes, su esposa y sus 4 hijos buscarán otro espacio, ya que quieren llevarse a sus 3 perros y 4 gatos; dos familias más andan en la sierra, pero en cuanto regresen serán llevadas al asentamiento. Las otras no estaban.
Las cosas de los ausentes las dejaron en un lado, y Pancho las resguardará hasta que también sea desalojado.
Los empleados municipales derribaron los jacales que hasta ayer albergaban a los habitantes del asentamiento Los Camilos.
La madera, fierro y basura la fueron apilando en el lecho del arroyo. Los olores que desprendían dejaban al descubierto la insalubridad en la que vivían. Durante 40 años vivieron en ese lugar.
Poco a poco el terreno fue quedando vacío; Pancho, el gobernador indígena, sólo observaba desde su jacal.
Los empleados sólo ejecutaban órdenes; la instrucción era dejar limpia el área. El operativo conjunto del estado y municipio en el desalojo de los tarahumaras también incluyó el traslado al Centro de Salud para que cada indígena cuente con un certificado médico que asiente las condiciones de salud en las que se encuentran.
A los indígenas se les pidió que dejaran todas sus pertenencias. Thlie Carlos, subdirectora de Educación del municipio, dijo que se les compraron enseres, garrafones de agua, ropa para niños y ropa de cama nueva.
Desde temprana hora, empleados de los gobiernos Municipal y Estatal arribaron a la calle 40 y Ochoa para cumplir con la encomienda de trasladarlos a un asentamiento con mejores condiciones de vida.
En total son 14 personas que integran las 3 familias que serán reubicadas; el gobernador indígena Pancho Reyes, su esposa y sus 4 hijos buscarán otro espacio, ya que quieren llevarse a sus 3 perros y 4 gatos; dos familias más andan en la sierra, pero en cuanto regresen serán llevadas al asentamiento. Las otras no estaban.
Las cosas de los ausentes las dejaron en un lado, y Pancho las resguardará hasta que también sea desalojado.
Los empleados municipales derribaron los jacales que hasta ayer albergaban a los habitantes del asentamiento Los Camilos.
La madera, fierro y basura la fueron apilando en el lecho del arroyo. Los olores que desprendían dejaban al descubierto la insalubridad en la que vivían. Durante 40 años vivieron en ese lugar.
Poco a poco el terreno fue quedando vacío; Pancho, el gobernador indígena, sólo observaba desde su jacal.
Los empleados sólo ejecutaban órdenes; la instrucción era dejar limpia el área. El operativo conjunto del estado y municipio en el desalojo de los tarahumaras también incluyó el traslado al Centro de Salud para que cada indígena cuente con un certificado médico que asiente las condiciones de salud en las que se encuentran.
A los indígenas se les pidió que dejaran todas sus pertenencias. Thlie Carlos, subdirectora de Educación del municipio, dijo que se les compraron enseres, garrafones de agua, ropa para niños y ropa de cama nueva.
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