miércoles, 8 de diciembre de 2010

La paz arrastra la paz: arzobispo

EL HERALDO

Chihuahua, Chihuahua.- "No basta la fuerza pública ni las inversiones de capital para tener más empleos y educación, es necesario activar la fuerza espiritual que está puesta en cada persona para trascender cualquier amenaza a la dignidad humana", es el mensaje para esta Navidad del arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda Weckmann.

Es el momento de voltear nuestra mirada hacia el pesebre de Belén para encontrarnos con Jesús, que nos trae la paz a la tierra, y la construcción de paz como respuesta a la inseguridad y violencia que se ha apoderado de los escenarios públicos de nuestra sociedad.

Monseñor Miranda se ha referido a la próxima celebración de la Navidad como un tiempo ideal para buscar un momento de paz y proclamar la buena nueva con un cambio de actitud orientado a la felicidad y a la cercanía con Dios.En su mensaje hace énfasis a que: "Necesitamos amar la paz y adherirnos a ella. La Navidad es para dar y para ofrecer gestos concretos, visibles y tangibles de paz en la vida de la iglesia y la sociedad".

Tenemos comprobado que la práctica de la paz arrastra a la paz, esto nos impulsa como cristianos a proponer y a buscar, por todos los medios, la reconciliación y el perdón como alternativa a la inseguridad y a la violencia.La Navidad nos llama a la concordia.

Es un tiempo que nos invita a despojar de su carga bélica las formas ordinarias de expresión. Necesitamos hablar en un lenguaje pacífico y pacificador. Que las palabras, los signos y los gestos no nos aíslen y nos hagan difícil la comunicación y el encuentro entre las personas, y con ello nos acerquen a la violencia y nos alejen de la paz.

La Navidad nos educa para la paz, deja al descubierto que la ironía acerba, la dureza en los juicios, la crítica irracional a los demás y la agresividad verbal, no son el camino que lleva a la justicia, porque confunden en la búsqueda de la verdad haciendo más difícil la instauración de la paz.La Navidad es el tiempo de la esperanza. Es el momento de voltear nuestra mirada al pesebre de Belén para encontrarnos con Jesús, que nos trae la paz a la tierra.

La construcción de la paz, como respuesta a la inseguridad y la violencia que se ha apoderado de los escenarios públicos de nuestra sociedad, puede encontrar en ese tiempo un espacio para poner atención a quienes nos traen la paz a la tierra.

Esta dimensión espiritual puede ser decisiva para revertir los sanguinarios hechos de violencia que se han multiplicado entre nosotros. No basta la fuerza pública ni las inversiones de capital para tener más empleos y educación; es necesario activar la fuerza espiritual que está puesta en cada persona para trascender cualquier amenaza a la dignidad humana.

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